capítulo 36

10 3 0
                                    

Hyunjin empujó a Seungmin a un lado y bajó las escaleras, con la actitud más señorial que pudo.
—Vamos, Lee Know—dijo pomposamente—. Tenemos que marcharnos.
Mientras malgastamos el tiempo aquí, estamos perdiendo dinero y nuestros criados probablemente están vendiendo los cubiertos de oro. Encantada de conocerla —le dijo a Megan al llegar al pie de las escaleras—, pero debemos marcharnos. Lee Know es un hombre muy ocupado.
Megan tragó aire y miró fijamente a Hyunjin, que la saludó con una inclinación de cabeza y empujó a Lee Know hacia la puerta principal. Seungmin se había puesto muy colorado. Sophie lo vio porque Lee Know se dio la vuelta para preguntarle a Megan:
—¿Está mi coche en el garaje o también lo has vendido?
—Las únicas llaves las tienes tú —contestó Megan de mal humor.
Aquello pareció ser la única despedida. La puerta principal se cerró de un portazo y Lee Know los llevó a un edificio cuadrado y blanco al final de la calle plana y negra. Lee Know no dijo nada sobre Megan. Mientras abría la puerta del edificio,
comentó: —Supongo que esa profesora tan temible tendrá una copia del libro. Hyunjin deseó poder olvidar lo que ocurrió a continuación. Viajaron en un carruaje sin caballos que se movía a una velocidad terrible, olía fatal, rugía y se sacudía mientras recorría algunos de los caminos más empinados que Hyunjin había visto en su vida, tan empinados, que no entendía por qué las casas que lo
flanqueaban no se resbalaban y amontonaban en el fondo. Cerró los ojos y se agarró
a la tela que se había desgarrado de los asientos, deseando que aquello terminase
pronto. Afortunadamente, así fue. Llegaron a un camino más llano con casas a ambos
lados, se bajaron y anduvieron hasta un gran ventanal con una cortina blanca que
decía: TÉ CERRADO. Pero, a pesar del imponente cartel, cuando Lee Know apretó un botón en una puerta pequeña junto a la ventana, la señorita Angorian la abrió.
La miraron sorprendidos. Para ser una profesora temible, la señorita Angorian era increíblemente joven, esbelta y hermosa. Su pelo negrísimo enmarcaba un rostro moreno con forma de corazón y enormes ojos oscuros. Lo único que la hacía temible era la forma directa e inteligente de mirar de aquellos ojos tan grandes, que parecían evaluarlos.
—Adivino que es usted Minho Jenkins —le dijo la señorita Angorian a Lee Know.
Tenía una voz grave y melodiosa que al mismo tiempo sonaba divertida y segura de
sí misma.
Lee Know pareció sorprendido. Luego encendió su sonrisa. Y ahí, pensó Hyunjin, se
acabaron los sueños de Felix y la señora Fairfax. Porque la señorita Angorian era exactamente el tipo de mujer de la que alguien como Lee Know se enamoraría al instante.
Y no solamente Lee Know. Seungmin también la miraba con admiración. Y aunque parecía
que las casas de alrededor estaban desiertas, Hyunjin no tuvo la menor duda de que
estaban llenas de gente que conocían tanto a Lee Know como a la señorita Angorian y los
estaban observando con interés para ver qué pasaba. Sentía sus miradas invisibles.
Market Chipping era igual.—Y usted debe de ser la señorita Angorian —dijo Lee Know—. Siento mucho molestarla, pero la semana pasada cometí un estúpido error y me marché con los
deberes de mi sobrino en lugar de coger un papel bastante importante que yo llevaba encima. Tengo entendido que Neil se lo dio como prueba de que no mentía.
—Pues sí —dijo la señorita Angorian—. Será mejor que entre y se lo lleve.
Hyunjin estaba seguro de que todos los ojos invisibles se abrieron como platos y
que los cuellos invisibles se estiraron al máximo cuando Lee Know, Seungmin y ella
cruzaron el umbral y subieron las escaleras hasta llegar a una sala de estar pequeña y
austera.
La señorita Angorian le dijo a Hyunjin con consideración:
—¿No quiere tomar asiento?
Hyunjin todavía temblaba a causa del viaje en el carruaje sin caballos. Se sentó
encantada en una de las dos sillas. No era muy cómoda. La sala de la señorita Angorian no estaba diseñada para la comodidad, sino para el estudio. Aunque muchas de las cosas que allí había eran extrañas, Hyunjin reconoció las estanterías cubiertas de libros, las pilas de papel sobre la mesa y los ficheros apilados en el suelo.
Se sentó y observó cómo Seungmin la miraba con ojos tímidos y Hyunjin utilizaba su
encanto.
—¿Cómo sabe quién soy? —preguntó Lee Know de forma seductora.
—Parece que ha dado usted pie a muchas habladurías en la ciudad —dijo la
señorita Angorian, mientras arreglaba los papeles sobre la mesa.
—¿Y qué le han dicho los que propagan esos rumores sobre mí? —preguntó Hyunjin. Se apoyó lánguidamente en el extremo de la mesa e intentó que la señorita Angorian le mirara a los ojos.
—Que aparece y desaparece de forma impredecible, por ejemplo.
—¿Y qué más? —Lee Know seguía los movimientos de la señorita Angorian
mirándola de tal manera que Hyunjin supo que la única oportunidad que tenía Felix
era que la profesora se enamorara de Lee Know inmediatamente.
Pero no era ese tipo de mujer.
—Muchas otras cosas, la mayoría negativas —dijo la profesora, e hizo que Seungmin se ruborizara cuando le miró. Luego le dirigió Lee Know una expresión que sugería que no sería apropiado que oyera los detalles. Levantó un papel amarillo con los bordes ondulados hacia Lee Know—. Aquí está —dijo con severidad—. ¿Sabe lo que es?
—Claro —dijo Lee Know.
—Entonces, por favor, dígamelo —dijo la señorita Angorian.
Lee Know cogió el papel. Hubo cierto forcejeo cuando intentó tomar la mano de la
señorita Angorian al mismo tiempo. La profesora ganó la batalla y se llevó las manos
a la espalda. Lee Know sonrió de forma encantadora y le pasó el papel a Seungmin.
—Díselo tú.
El rostro ruborizado de Seungmin se iluminó en cuanto lo vio.
—Es el conjuro. Este sí que sé hacerlo, es de agrandamiento, ¿no?
—Ya me lo parecía —dijo la señorita Angorian en tono acusador—. Me gustaría saber qué estaba haciendo usted con algo sí.

El castillo ambulante - MinjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora