capítulo 58

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“En el que reaparecen el espantapájaros y la señorita Angorian”


ABRIERON LA FLORISTERÍA al día siguiente. Como Lee Know había señalado, no podía
haber sido más fácil. Todos los días, por la mañana temprano, no tenían más que
girar el pomo con el púrpura hacia abajo, abrir la puerta y salir a la pradera a coger flores. Pronto se convirtió en una rutina. Hyunjin cogía su bastón y sus tijeras y avanzaba con cuidado, charlando con el bastón y usándolo para comprobar que el suelo estaba firme o para alcanzar las rosas más altas y más hermosas. Seungmin salía con una invención propia de la que se sentía muy orgulloso. Era una gran cubeta de latón, con agua dentro, que flotaba por el aire y seguía a Seungmin por donde quiera que iba entre los arbustos. El perro-hombre también los acompañaba.
Se lo pasaba en grande corriendo por los senderos de hierba húmeda, cazando
mariposas o intentando atrapar a los diminutos pajarillos de brillantes colores que se
alimentaban de las flores. Mientras el perro corría, Hyunjin cortaba montones de iris,
lirios, frescas flores de naranjo o ramas de hibisco azul, y Seungmin cargaba el barreño
con orquídeas, rosas, flores blancas estrelladas, de color bermellón o cualquier otra
que le llamara la atención. Todos disfrutaban del paseo. Luego, antes de que el calor se hiciera demasiado intenso, volvían con las flores
del día a la tienda y las colocaban en un surtido de jarras y cubos que Lee Know había encontrado rebuscando en el patio. Dos de los cubos eran en realidad las botas de siete leguas. Hyunjin pensó que aquello demostraba cómo había perdido Lee Know su interés en Felix. Ahora no le importaba si Hyunjin usaba las botas o no. Mientras ellos cortaban las flores, Lee Know solía desaparecer. Y después, el pomo de la puerta solía estar apuntando hacia el negro. Casi siempre regresaba para tomar un
desayuno tardío, con aspecto soñoliento y todavía ataviado con su traje negro. No
quería decirle a Hyunjin cuál de los dos trajes era. Lo único que consiguió sacar al
respecto fue: «Todavía estoy de luto por la señora Pentstemmon». Y si Hyunjin o Seungmin le preguntaban por qué siempre salía a aquella hora, Lee Know ponía expresión ofendida y decía: «Si uno quiere hablar con una maestra de escuela, tiene que pillarla antes de que empiecen las clases». Y luego desaparecía en el cuarto de baño durante dos horas.
Mientras tanto Hyunjin y Seungmin se ponían su ropa elegante y abrían la tienda.
Lee Know insistió en lo de la ropa elegante. Dijo que así atraerían a más clientela. Hyunjin
insistió en que todos llevaran delantal. Y al cabo de unos días en los que los habitantes de Market Chipping se limitaron a mirar por el escaparate sin entrar, la floristería se volvió muy popular. Se extendió el rumor de que Jenkins tenía flores
que no se habían visto nunca. Gente que Hyunjin conocía desde siempre entraba en la tienda y compraba flores en grandes cantidades. Nadie la reconoció, y aquello la hizo sentirse muy raro. Todos creían que era el anciano padre de Lee Know, pero Hyunjin ya se había cansado de ser su padre.
—Soy su tío —le dijo a la señora Cesari. Y desde entonces empezaron a llamarlo tío Jenkins.
Para cuando Lee Know llegaba a la tienda, con un delantal negro a juego con su traje,
solía encontrárselo bastante ajetreado. Pero él conseguía que aumentara la actividad.
Entonces fue cuando Hyunjin empezó a pensar que el traje negro era en realidad el
traje encantado gris y escarlata. Cualquier señora a la que Lee Know atendía se marchaba
al menos con el doble de flores de las que había pedido. Casi siempre, Lee Know las camelaba para que compraran diez veces más. Al poco tiempo, Hyunjin empezó a notar que las mujeres miraban dentro de la tienda y decidían no entrar si veían que Lee Know estaba allí. Y no le extrañaba. Si solo querías una rosa para la solapa, era una lata verse obligada a comprar tres docenas de orquídeas. Así que cuando Lee Know empezó a pasar horas en el taller al otro lado del patio, no se lo reprochó.
—Antes de que preguntes, estoy preparando defensas contra la bruja —dijo—.
Cuando haya terminado, no habrá manera de que entre por ninguna parte.
A veces las flores que sobraban eran un problema. Hyunjin no soportaba verlas
marchitarse durante la noche. Pero descubrió que aguantaban más tiempo si les hablaba. Desde ese momento, habló mucho con las flores. Hizo que Seungmin le hiciera un conjuro para la nutrición de las plantas y experimentó con cubos en el fregadero y barreños en la alcoba donde solía adornar los sombreros. Así supo que podía mantener a las plantas frescas varios días. Así que, naturalmente, decidió
experimentar un poco más. Limpió el hollín del patio y plantó cosas en él, murmurando sin cesar. Así consiguió cultivar una rosa azul marino, lo cual le produjo gran placer. Los capullos eran de un negro azabache y sus flores se abrían volviéndose cada vez más azules hasta que adquirían el mismo color que Calcifer.
Hyunjin estaba tan contento que cogió raíces de todas las hierbas que colgaban en las
vigas de madera y experimento también con ellas. Se dijo a sí mismo que no había sido más feliz en toda su vida.
Pero no era verdad, no se sentía bien, y ni siquiera él mismo sabía por qué. A
veces pensaba que la causa era que nadie en Market Chipping lo conocía. No se
atrevía a ir a ver a Jeongin, por miedo a que tampoco su hermano supiera quién era.
No se atrevía a vaciar las botas de siete leguas e ir a visitar a Felix por la misma razón. Tampoco podría soportar que sus hermanos lo vieran como un anciano.
Seungmin salía a ver a Jeongin con ramos de flores cada dos por tres. A veces Hyunjin sospechaba que aquello era lo que la molestaba. Seungmin estaba tan contento, y a él lo dejaban en la tienda sola cada vez más tiempo. Pero tampoco parecía ser eso. A Hyunjin le gustaba vender flores ella solo.
A veces el problema parecía ser Calcifer. Estaba aburrido. No tenía nada que hacer, excepto mantener el castillo deslizándose suavemente por los senderos de hierba verde y alrededor de las varias charcas y lagos, y de asegurarse que cada mañana llegaban a un sitio distinto, con flores nuevas. Su rostro azul se asomaba siempre a la chimenea cada vez que Hyunjin y Seungmin entraban con flores frescas.

El castillo ambulante - MinjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora