31. Volver a caer.

40 4 46
                                    


Alex se tomó una ducha y se vistió con uno de mis pijamas nuevos.

Al regresar a mi habitación, lo encontré en mi cama cubriéndose con mantas.

- ¡Yo duermo de ese lado! – me apresuré a decirle antes de que se durmiera.

- Ya no.

- ¿No vas a moverte? – Pregunté pateándolo con mi pie.

- No.

Retrocedí unos pasos y salté sobre él, como si me lanzara en la piscina.

- ¡Ríndete! – le dije con todo mi peso sobre él.

- No puedo respirar. – apenas dijo.

- ¿Te moverás?

- Si, lo haré. – dijo recuperando el aliento.

Alex se movió cuando lo liberé, destapó su cabeza y dijo:

- Incluso después de bañarte, sigo percibiendo esa esencia sobre ti.

- Esa es la idea.

- Qué invento tan extraño. – mencionó.

- ¡Cállate y duerme! Mañana tienes mucho trabajo por delante.

- Imagino que me ayudaras. – exclamó acomodando su almohada.

- Imaginas mal, ese es tu trabajo. Mientras tú trabajas en el laboratorio, yo voy a mirar películas.

El chico de ojos claros me lanzó una mirada divertida y cerró los ojos.



La luz de la mañana me despertó, no quería abrir los ojos. Me encontraba tan cómodo, rodeado de unos brazos cálidos. Me removí ligeramente y descubrí un bulto presionado contra mi trasero. Abrí los ojos instantáneamente: me encontraba abrazado por Alex, quien seguía dormido y sufría de una erección matutina, algo común en los betas jóvenes.

Su trato era tan ameno que olvide por completo que Alex ya era un hombre y por tanto era propenso a sufrir esos procesos naturales.

Intenté levantarme sin despertarlo pero Alex me estrechó más a su cuerpo. Creí que retomaría su sueño calmado pero de repente, comenzó a frotar su miembro contra mí y en ese preciso momento, mi mente se desconectó de mi cuerpo.

Me sentí débil, somnoliento y confundido y mi cuerpo tomó el control: se contrajo acercando mi trasero hacia la erección de Alex.

Se sentía tan bien.

El miembro del beta, comenzó a tornarse más duro hasta el punto de sobresalir de los pantalones. Una de mis piernas se separó y enganchó al pene erecto que quedó atrapado entre mis dos muslos.

El beta comenzó con las embestidas, mientras yo sentía el roce de las telas sobre mi piel. El ritmo de Alex se incrementó haciendo que este despierte y se encuentre con su pene entre mis piernas.

- ¿Puedo penetrarte? – preguntó.

Me levanté de la cama, recuperando el control de mi cuerpo.

- ¡Lamento eso! – le dije avergonzado.

- Yo también lo lamento. – pronunció cubriendo su entrepierna.

- Alex... lo siento... yo estaba dormido, no era consciente de lo que ocurría.

- También estaba dormido, es mi culpa. No debí dormir contigo, pero yo soy sonámbulo, por esa razón insistí en dormir aquí. A veces me despierto y salgo a la calle, temía que ocurriera algo como eso.

CORONA DE SANGRE (Parte 1: "Sin Omega")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora