Analicé con detenimiento el tono de su voz, se escuchaba agitado y las palabras se oían atropelladamente.
- ¡¿Qué ocurre?! – Le pregunté sin pensar.
El alfa hizo silencio y un molesto hormigueo en las manos me desesperó, por lo que dije:
- Dime...
Sin embargo, Camil me interrumpió para agregar:
- Estoy en Moscú intentando cerrar un negocio con una farmacéutica rusa, pero me ofrecen un nuevo producto del cual no hay información en el mercado y quisiera la opinión de un experto...
Suspiré, pensé que se trataba de algo serio. Sin embargo, el hombre se atrevía a molestarme por algo tan trivial como el cierre de un negocio.
- ¿Te refieres a mí como experto? – pregunté con ironía. Sabía muy bien que nadie podía compararse conmigo en ese campo, era experto en fármacos y químicos. Mi opinión era valorada a nivel mundial.
- Si, eres el mejor – expresó con seguridad.
Al menos él lo reconocía abiertamente... yo era el mejor, no había duda de ello.
- ¡Ayúdame, por favor! - pidió con urgencia.
A menudo yo mismo solía compararme con objetos y lo atribuía a mi gran amistad con el señor Cachetes pero al oír las palabras de ese alfa, me sentí como una guitarra cuya cuerda más aguda era tocada por primera vez. No pude comprender esa sensación, pero era lo más cercano que se me ocurría: una guitarra tocada por primera vez.
- No puedo salir del país... – Murmuré pero realmente no era así, solo quería escucharlo rogar.- Tendrás que enviarme los documentos.
Sin embargo el alfa hizo silencio, un silencio que me provocó incertidumbre. ¿Y si necesitaba al experto allí? ¿Y si mis palabras fueron muy rudas y él estaba arrepintiéndose de pedir mi ayuda?
- ¿Es eso posible? – pregunté indeciso, intentando no parecer desesperado pero tratando de mantener mi orgullo.
- ¡Sí! – respondió - Te enviaré los documentos.
Desilusión.
Él no me rogó y tampoco se enojó, solo aceptó lo que dije. Me sentí contrariado.
- De acuerdo. – concluí y la llamada terminó.
Al cabo de un tiempo volví a mirar el teléfono sin descubrir ningún mensaje suyo, camine por la casa. Salí a regar las plantas y cuando regresé, encontré un archivo que su secretaria me había enviado:
"Buenos tardes, soy Lois Hammel, asistente del señor Coz Milán, le envió un archivo con los datos de Saturfaz Obliteron, el fármaco en análisis".
Abrí el archivo y sin darme cuenta regresé al lugar que creí, había cerrado para siempre: mi laboratorio.
Trabajé sin parar, el fármaco ofrecía un sinfín de beneficios a la salud, pero su aplicación se limitaría a potenciar la fertilidad en betas machos. Enfoqué mi análisis en el número de sujetos de prueba y me alarmó saber que la droga solo había sido probada en menos de diez individuos. Los resultados de las pruebas volcados en los informes finales, se enfocaban en destacar las pruebas realizadas en animales cuyo número de sujetos de prueba era superior a la media. Dicho de otro modo: los resultados positivos eran de pruebas en animales.
Enseguida me enfoqué en el director del proyecto; su trabajo era bueno y tal vez pudiera entrevistarme con él para intercambiar ideas, una charla con alguien inteligente era uno de los pocos placeres de la vida, que sí me permitía. Sin embargo, mi opinión sobre un fármaco siempre era imparcial y en este caso, mi recomendación no era positiva.
Tomé mi teléfono y busqué el corazón rojo:
- Hola.
- Ya revise todo el informe. – Le indiqué.
- ¡¿Tan rápido?!
Ignoré su sorpresa para agregar:
- ¿Quieres mi opinión?
- Sí, claro. – Se apresuró a decir el alfa.
- El fármaco es prometedor – comencé.
- De acuerdo, compraré la empresa. – dijo sin dejarme terminar de hablar.
- ¿Quieres mi opinión o solo te importan los negocios?
El alfa se detuvo en seco.
- Lo lamento... te escucho.
- El fármaco es prometedor pero la cantidad de pruebas realizadas no lo es, encontrar sujetos y obtener los resultados que promete el fármaco conlleva tiempo y dinero, razón por la cual creo que es arriesgado obtener la patente de esta droga. Existen en el mercado otras drogas que ofrecen resultados con una eficacia ligeramente menor a la de Saturfaz Obliteron, pero que cuentan con licencias y aprobación internacional. No recomiendo la adquisición de la patente de esta droga. En cuanto a la compra de la empresa, es un tema que no me compete puesto que tendrán en estudio otros fármacos cuyos datos no me fueron presentados.
Orgulloso terminé de formular mi parlamento y espere su respuesta.
- Eres tan... - dijo.
Puse el teléfono en altavoz para escuchar mejor. No podía ignorar los halagos, tenía que escucharlos fuerte y claramente.
- ¡Eres tan inteligente y elocuente y brillante! ¿Eres de este mundo?
Reí. Yo también me lo preguntaba a veces, pero no podía ser menos que todo eso, después de todo la manzana no cae lejos del árbol y los árboles de los que había caído eran magníficos.
- Solo es mi opinión – dije intentando parecer modesto.
- Me salvaste de invertir en un negocio muy riesgoso. ¿Cómo puedo compensarte?
Mi mente regresó a aquel instante en que me deje llevar por el deseo y ensucié sus pantalones.
- ¿Compensarme? – Repetí escondiendo mi sonrisa.
- Estoy en Moscú, puedo llevarte lo que desees.
- El contacto del director del proyecto Obliteron... su trabajo es impecable y me gustaría entrevistarme con él. – Le dije sin pensármelo mucho.
- ¡¿Me estás pidiendo el contacto de otro hombre?! – preguntó con incredulidad.
- Sí – acepté algo avergonzado - Me impresionó su nivel de detalle en los argumentos del estudio. Creo que es una persona muy inteligente.
- ¡Yo también soy inteligente! – dijo y creo que esperaba una respuesta pero ¿Qué podía decir? Su afirmación no era prueba de inteligencia.
- ¿Me pasarás su contacto? – insistí.
- No
- ¿Por qué? – pregunté indignado.
- Porque no... puedes pedirme cualquier otra cosa excepto eso.
No podía creerlo. Mi pedido era simple y no requería mucho esfuerzo.
- No quiero nada más... y tampoco necesito que me lo des, yo mismo puedo contactarme con él. – lo desafié.
- Creí que no podías salir del país – dijo molesto sin recordar que no era necesario viajar para entrevistarse con alguien.
- ¡Ahora puedo! – respondí también molesto.
- ¿Y cómo lo harás? – preguntó atropelladamente. – ¿Te bañarás con mi marca? No creo que un alfa quiera recibirte.
- ¿Es alfa?
- Si, lo es.
Pensé que era una pena, no podía entrevistarme con un alfa personalmente.
- Te llevaré comida rusa – dijo finalmente. – Nos vemos mañana.
A pesar de no comprender del todo sus reacciones, tenía que agradecerle, porque gracias a él había pasado ese difícil día sin llorar.
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CORONA DE SANGRE (Parte 1: "Sin Omega")
RomanceMis padres cortaron el lazo con la hoja de una cuchilla, pero hay alguien detrás de mí. ¿Será el indicado?