15. Posesión.

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Intenté gobernar esos pensamientos.

- ¿Qué es lo que tienes que decir? – preguntó el alfa a mis espaldas haciendo que sufriera un micro infarto.

Camil no se había cambiado, aún vestía el ambo que le había proporcionado. El sujeto se encontraba de pie en la entrada al living.

- Yo quiero confesar...

Era el momento de hacerlo, no podía seguir posponiéndolo. Mi crimen tenía que salir a la luz. Me sentía como un criminal y todo empeoraba mientras seguía escondiendo mi accionar.

Camil me había ayudado más de lo que podía saber, y a pesar de su extraño carácter, no podía ignorar esa ayuda. ¿Y cómo había pagado yo ese favor? De la peor manera: aprovechándome de su vulnerabilidad mientras estaba inconsciente.

- Yo tengo algo que decir... - comencé sin poder mirarlo a los ojos.

- Tengo hambre. ¿Tiene algo para comer?- me interrumpió.

Me quedé de piedra, había reunido todo mi valor en esas palabras, pero de un plumazo, ese hombre me había despojado del verdadero foco del conflicto. Alcé la vista y lo contemplé por una fracción de segundos.

- Lo que debo decir es muy importante – insistí, intentando reparar mi valor destrozado, pero la voz me tembló.

- ¡Tengo hambre! – dijo con indiferencia el alfa, mirando hacia la cocina.

- De acuerdo. – le dije, frustrado.

Me dirigí a la cocina, arrastrando mis pies y vi que me seguía.

- Debería esperar en el salón – le recomendé.

- Necesito hacer algo en la cocina. – expresó mirando todo a su alrededor.

- ¿En la cocina? – repetí algo confundido.

- Si, en la cocina y también en el baño. – exclamó moviéndose por la casa a sus anchas.

Me dirigí a la alacena y pregunté:

- ¿Prefiere algo salado o dulce?

- Me encanta lo dulce ¿y a usted? – interrogó reclinándose sobre la isla.

- También.

Nervioso, extraje un paquete sin mirar que era y lo extendí frente a su cara.

- Gracias. – dijo tomándolo entre sus manos.

- Tengo algo que decir... - comencé nuevamente.

- Y yo tengo sed. – volvió a interrumpir.

Llené un vaso con agua y él se acerco para agarrarlo.

- El señor Rally me comentó que tu novio no quiere alfas cerca. – expresó y luego vertió el contenido del vaso en su boca.

- ¡¿Mi novio?! – repetí sin saber a qué se refería.

- ¿Tu novio es muy celoso? – Insistió sin dejar de mirarme.

- No tengo novio... yo nunca – me detuve al comprender que estaba hablando de más.

- El señor Rally dijo que estaba buscando guardaespaldas betas u omegas. Me preguntó si sabía de alguno – aclaró ante mi silencio.

- No debió hacerlo, ese es mi problema.

- Claro – respondió en seco. – Su problema...

CORONA DE SANGRE (Parte 1: "Sin Omega")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora