XXVIII: Celebración

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Momoru, ante el cumpleaños de su condesa esa noche, fue decorado con miles de lámparas cubiertas en papel. Todas colgaban desde las esquinas de las casas emitiendo una luz amarillenta que iluminaba las avenidas. Como pequeñas estrellas circulares que cayeron del cielo para flotar entre la gente. La música procedente de los tambores y cuernos, hacía eco hasta en el sitio más desolado de las colinas. Voraz y rítmica.

El ambiente frío que Momoru siempre solía tener, cambió radicalmente esa noche. No había tristeza en el aire, ansiedad o temores a que un mal mayor llegase a destruir lo poco que la aldea pudo arreglar tras el ataque de Los Rebeldes. El aroma en el aire era dulce y ahumado. Carnes y frutas eran cocinadas, mientras los niños correteaban por las calles sosteniendo en sus manos ramos de flores o armas hechas a madera.

Harry iba con su brazo firmemente entrelazado con el de Louis. La luna llena yacía resplandeciente sobre sus cabezas, como si les señalara el camino y murmurara que todo iba a estar bien. Detrás de ellos dos guardias alfas los seguían de cerca, custodiando que nadie se acercase mucho mientras Novalie caminaba al frente. Vestía un abrigo blanco como la nieve y su rostro fue pintado completamente de rojo con líneas negras alrededor de los ojos. Era una tradición en los cumpleaños vikingos pintarse así. De esa manera, Aeris, la gran diosa, le traería prosperidad en su vida.

La gente los miraba con curiosidad y algunos reconocían a Harry de sus paseos con Ivory o de los entrenamientos. Saludó a varios con un corto asentimiento de cabeza, mientras ellos lo hacían con inseguridad al estar acompañado de Louis. Quien sobresalía de entre todos por su altura y ropa. Mucho más por el denso aroma que revoloteaba a su alrededor y marcaba a Harry constantemente.

—Es como Urayama —dijo alguien en la multitud.

Harry ocultó una sonrisa, mirando las orejas puntiagudas de Louis, donde un solitario arete en forma de cadena caía por ella. Luego miró a Novalie otra vez, a ella la seguían a los costados dos filas de alfas también pintados de azul en el rostro. Vestían túnicas de piel negros mientras golpeaban los tambores sostenidos en sus brazos con gruesas varas cubiertas en piel. Anunciaban la llegada de la cumpleañera a los dioses. La gente alrededor se alejó para permitirle pasar.

Louis no hizo preguntas, analizaba la situación en silencio, mientras el color rosado de sus mejillas no se iba. Harry oró una plegaría interna para que el celo realmente llegara mañana y no ahora frente a todos.

Tras caminar por un largo tiempo, llegaron a la plaza central en donde la fiesta se llevaría a cabo. En el centro había una hoguera encendida. El fuego se alzaba en dirección al cielo con regocijo. Rojo, ardiente y grande. Demasiado alto. Casi parecida a la que Pyndos mantuvo encendida en Lenor. El calor pronto se adueñó de la piel de Harry y un sutil color rosado adornó sus mejillas mientras la garganta se le secaba. Pasó saliva, caminando aun tras Novalie en silencio y observando las mesas dispuestas con comida alrededor de esa hoguera.

Había barriles de cerveza en donde alfas ya empezaban a llenar sus vasos y beber del licor como si se tratara de agua en un día caluroso. Jarros con vino de uva destilaban su olor a las nubes. Dulce. Al llegar a la plaza y que Novalie se sentara en el trono de madera puesto para ella, Harry se acercó a una mesa y observó las carnes asadas junto a Louis. Un cerdo completo estaba rodeado de verduras y postres junto con rodajas de frutas que resplandecían bajo la luz. Hacía mucho tiempo que no veía una mesa tan rebosante de comida y su estómago gruñó, pero prefirió servirse un poco de cerveza para refrescarse. Tomó dos vasos y llenó ambos para él y Louis, a la vez que la ceremonia comenzaba.

Detrás de Novalie los guerreros se situaron de pie, firmes, mientras su condesa observaba la hoguera y cerraba los ojos, como si sintiera que algo más allá de los terrenal la rodeaba. Harry le entregó el vaso a Louis y bebió un sorbo del suyo. El olor de él continuaba fuerte y picante, demasiado denso. Harry se obligó a no prestarle atención, pero su piel picaba y la ropa de repente se sintió incomoda.

The king's heart (l.s) #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora