XLVI: Vals sentimentale

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Antorchas fueron situadas a orillas de cada pasillo y escalón en el jardín del palacio. Guirnaldas y banderines dorados rodeaban las esculturas de piedra, los esponjosos árboles y arbustos verdes, que se mecían con el viento de la noche. Los músicos contratados se ubicaron sobre un pequeño escenario cerca de un gran nogal y, a su alrededor, mesones cubiertos en comida y licor yacían dispuestos para los presentes. Las puertas de palacio estaban abiertas de par en par. Una invitación muda para que, quien quisiera, pudiera hacer ingreso y disfrutar de la celebración.

Aquellos tronos de madera, que Harry había visto en el Geneva, ahora se habían puesto frente a las puertas que daban ingreso al salón. Él estaba sentado ahí, contemplando a sus súbditos desde las alturas. Observaba como las parejas giraban al compás de las melodías, como sus risas contagiaban el aire y lo llenaban de alegría. Algunos pequeños niños se correteaban entre ellos alrededor de los pasillos. En la pileta, mujeres ataviadas de pomposos vestidos chismoseaban y reían entre ellas, sosteniendo copas con licor. La música suave y alegre de los violines generaba una atmósfera diferente a la de la ceremonia. Más relajada. No había aquel peso, las miradas fijas. Solo diversión y entusiasmo.

A los violines se le sumaron tambores y pequeños golpes a piezas de metal con varillas del mismo material, el cual le dio un giro diferente a la sinfonía. Harry sonrió, moviendo su pie al compás de la orquesta mientras intentaba ubicar a Ivory en la pista de baile. Lo vio con Zimo, ambos dando vueltas sin parar mientras el alfa le rodeaba la cintura y lo alzaba para dar una vuelta en el aire. Ivory carcajeó y ocultó su rostro en el hombro de él. Verlo así de feliz... le hizo dar cuenta que su decisión había sido la correcta con respecto a Cassian. Ahora, teniendo él también el derecho a decidir por los prisioneros, no le dejaría salir por varios años. No estaba dispuesto a que sus manos arruinaran a Ivory otra vez.

Louis conversaba con Niall cerca de los mesones. Los guardias los rodeaban y creaban una clara división entre los invitados y la realeza. Su mirada de vez en cuando caía sobre él, ardiente. Harry no tenía que ser adivino para comprender lo que pasaba por su mente. Lo que, una vez esta celebración acabara, se haría en su aposento. Respiró hondo y dio un sorbo a su copa con vino condimentado con canela. Un tirón en su pecho lo sacudió, el lazo se meció cuando Louis le sonrió desde su lugar. Una sonrisa que prometía desvelo y acción. Harry quiso apartar la mirada de él, pero se la devolvió, consciente que había preferido quedarse sentado un momento que bajar y enfrentar a esa multitud.

No estaba listo para eso. No todavía.

Louis alzó su mano y, con un movimiento de esta, llamó a una de las sirvientas. Le dijo algo y, ella, junto a otras, tomaron un camino por los pasillos en dirección a las cocinas. Frunció el ceño, preguntando con su mirada que demonios estaba tramando. Louis se encogió de hombros y regresó a la conversación con Niall.

Podría bajar ahí y unirse, pero... la cantidad de gente era inaudita y sabía que si bajaba, muchos lo rodearían. Al menos ahí, con la protección de los guardias frente a su asiento y alrededor, nadie se acercaría.

Lord Elías bebía de su copa y mantenía una mano alrededor de la cintura de su esposa. Ella sonreía por cosas que el hombre le susurraba en su oído. Al menos, no era un idiota con ella. En otro extremo, Gaelen compartía palabras con Kenji, sin embargo, en comparación con Elías, él dejó a su esposa de lado. La chica yacía sentada en uno de los asientos de madera, su mentón apoyado en su mano. Aburrida. Harry se lamentó por ella. Sabía bien lo que se sentía que Gaelen la ignorara. Deseó bajar y decirle que él era así y que, si podía, se divorciara cuanto antes, pero no lo hizo. No iría hacia ellos.

Tenía mejores cosas que hacer y pensar, como, por ejemplo, en lo bien que ha ido la ceremonia.

Dejó la copa en una pequeña mesa en medio de ambos asientos y miró la comida, cogió unas galletas saldas y las untó en una salsa, mientras por el rabillo del ojo veía a alguien aproximarse. Harry llevó la galleta a su boca y dirigió su atención a la persona cuando los guardias cruzaron sus lanzas e impidieron el paso.

The king's heart (l.s) #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora