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La montaña rusa se suponía que debía ser entretenida no un monstruo provoca vómitos y carcajadas chistosas. Jimin nunca pensó que la jodida entretención iba a resultar siendo tan terrible, ugh tenía el estómago todo revoltoso y estaba mareado.

—Creo que necesito un tiempo, no creo poder seguir. –Dijo apenas y logró sentarse en un banco en el parque. Jungkook sonrió.

—¿Nunca habías subido a la montaña? – Preguntó curioso, entregándole una botella de agua. Jimin bebió un poco de la botella y contestó con un jadeó

—No recientemente, creo que la última vez fue hace dos años. – Indicó poniendo más agua en su delicada garganta. Jungkook asintió sonriente.

—¿Quieres ir a los autos chocones? Es un buen juego para matar a tu enemigo. –Señaló con gran sonrisa. Jimin rió junto al chico.

—De acuerdo, pero si no te importa ahora quisiera hacer algo más suave. Necesito bajar la revolución en mi panza. –Murmuró sonriente. Jungkook lamió sus labios y le señaló un puesto de juegos.

—¿Qué tal ahí? Hace tiempo que no juego a eso ¿Quieres ir? –Preguntó sonriente, jalándole de la mano para ponerlo de pie. Jimin asintió, el juego consistía en pescar pescaditos de colores con una caña de pescar, él que atrapaba más pescados obviamente ganaba el juego. Jimin se echó a reír, el juego era para niños.

—Hola, quiero dos cañas por favor. – Jungkook le entregó el dinero al vendedor que lo miró con grandes ojos, le echó un vistazo a jimin y se aclaró la garganta.

—¡Ejem! –El hombre ojeó a un risueño jimin otra vez, entonces al regresar la mirada en Jungkook, habló —Disculpe pero, ¿Y los niños? No veo a ninguno. –Dijo con desconcierto. El pelinegro se señaló a sí mismo y luego a jimin.

—Somos dos, quiero dos cañas por favor. – El chico repitió sonriente. El vendedor parpadeó extrañado con la petición, considerando que este era un juego para niños de doce años hacia abajo.

—¿Estás seguro? –El hombre preguntó otra vez.

—Ajá, ¿Acaso hay un cartel que lo impida? –El rubio indicó con voz chispeante.

—No. –El vendedor respondió desconcertado. —Es sentido común. – Señaló en voz baja. Jungkook se encogió de hombros y le alzó una ceja. El hombre dio un soplido y finalmente le entregó las cañas de pescar. —Lo que sea. Vaya, diviértanse. –Masculló con voz floja, regresando a su asiento. El chico agarró las cosas y caminó hacia jimin.

—No tienes vergüenza. –Éste indico con una risita, agarrando la caña que el pelinegro le entregó.

—Era uno de mis juegos favoritos cuando era pequeño. Quiero intentarlo de nuevo, jamás lograba pescar el jodido pescado. –Explicó con gran sonrisa.

Jimin se echó a reír con diversión, el malestar de estómago ya había pasado a segundo plano. Ellos pescaron todos los pescados de aquella mini alberca, minie jamás se había divertido tanto al lado de niños de cinco años. Fue todo muy entretenido, Jungkook ganó todos los premios y los repartió entre los niños, haciendo que el vendedor de la tienda los terminara corriendo del lugar porque le estaban jodiendo el negocio. Ellos después continuaron en los carritos chocones, desde luego que Jungkook derribó todo el carro de jimin y terminó arrinconándolo en una pared.

Minie se quejó que eso no se valía, pidió revancha y finalmente terminó otra vez en la pared. Fue todo bastante chistoso, jimin jamás se había divertido tanto, tendía a encerrarse a estudiar, fumar y no hacer nada más que eso. Definitivamente la cita no cita fue genial en toda medida, la disfrutó al máximo y no se arrepintió de nada. Al final del día su cuerpo no daba más del cansancio y todavía tenía que ir por cocodrilo. Gracias al infierno que Jungkook se ofreció a ir por el y justo ahora estaba esperándolo en el taxi. Jimin se apoyó contra el asiento y volvió a mirar por la ventana.

Chico Gafas «KOOKMIN»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora