Capítulo Nueve

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La universidad te hace pensar en cientos de formas de ser libre y dejar el sufrimiento, pero al mismo tiempo se siente como un reto, por ahora vamos bien, y escribir bajo cierta presión de tener que hacer cosas es increíble. Espero les guste y cualquier duda u opinión que quieran dar será leída y contestada.

"No abras los labios si no estás seguro de que lo que vas a decir es más hermoso que el silencio"

—Proverbio árabe.

Nathaniel tenía un mal presentimiento, y no solo era sobre las conexiones que Adrien le iba poniendo a su ordenador, algo en su interior le gritaba que era algo más

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Nathaniel tenía un mal presentimiento, y no solo era sobre las conexiones que Adrien le iba poniendo a su ordenador, algo en su interior le gritaba que era algo más.

—¿Estás poniendo bien la gráfica? —preguntó Alix, asomándose para ver como el rubio terminaba de ajustar la preciada y carísima tarjeta gráfica de última generación.

—Claro que sí, he hecho esto muchas veces —respondió el rubio, enganchando bien el componente y procediendo con los demás—. Es decir, cuando puedo comprar algo, no es como si pidiera todo cada vez que sale uno nuevo.

—No te creo, niño rico -se burló Alix, moviéndose por la habitación del rubio y sentándose en la cama, a un lado de Nathaniel.

—No sabía que te gustaba jugar en tu ordenador —soltó de pronto el pelirrojo.

Adrien se ruborizó al escucharlo y evitó mirar hacia la dirección de sus amigos, sus orejas echaban humo y simplemente siguió cerrando el gabinete de su estación de juegos habitual.

—Bueno, no es algo que cuente mucho —respondió con timidez el rubio, incorporándose y sacudiéndose los pantalones.

—Sí, se ve que casi nunca cuentas las cosas —coincidió Nath, ladeando la cabeza para señalar a la adolescente de cabello fucsia que sujetaba la almohada de Adrien y la lanzaba hacia arriba.

—Pido perdón, es solo que no estoy acostumbrado a hablar de mi vida —explicó Adrien, tomando su silla de negra de detalles verdes para sentarse y mirar el techo—. En realidad, poca gente me pregunta eso...

Nathaniel escuchó el suspiro de Alix a un lado y se fijó en ella. Su amiga abrazó la almohada como si fuera un peluche y lo usó para tapar su boca, supuso que estaría haciendo gestos raros por lo que volvió a prestar atención a su amigo.

—Todos asumen que soy modelo porque me gusta y que le saco provecho a todo eso. —Adrien dio una vuelta en la silla y sonrió—. Pero no, y al final tomé una decisión.

—¿Vas a dejar de ser modelo? —preguntó Alix, soltando la almohada y regresándola a su lugar en la cama.

—Aunque quisiera, no podría mientras siga viviendo con mi padre.

—Entonces, ¿te irás de tu casa? —cuestionó Nathaniel, pasando la mirada por la inmensa habitación del rubio, nada más poner un pie en ella se había sentido pequeño.

Simbionte en París | Miraculous - 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora