Luego de cuatro exámenes, dos revisiones, un speedrun de seis horas para estudiar siete temas y una discusión porque no querían ponerme la nota que me correspondía, ya estoy aquí. Me disculpo mucho por la espera, pero debía resolver mis asuntos académicos y quería asegurarme de que sale un buen capítulo. Espero les guste, aunque este no se centre mucho en Nathaniel como si lo harán los siguientes.
"Lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos"
—Jacinto Benavente.
Luego de una conversación con Adrien, donde le dijo todo lo que Venom sabía acerca del hombre a buscar, Nathaniel entró a la tienda, y lo primero que hizo fue esquivar a una velocidad increíble un pincel que terminó golpeando un buzón de la calle.
—¿Ah? —balbuceó el pelirrojo, regresando su atención al interior de la tienda.
—Al fin te dignas a venir a ayudar a tu compañera —farfulló Gwen, cruzándose de brazos y mirando al pelirrojo con un clarísimo enojo fingido, Nathaniel supuso que ella lanzó el pincel en cuanto asomó su cabeza de tomate por el vidrio de la puerta.
—¿Gwen? ¿No estabas en rehabilitación? —preguntó confundido y cerrando la puerta, pasando la mirada por el resto del local para asegurarse de que nada había cambiado desde aquel día.
—Eh, pues resulta que me curo bastante rápido, me han dicho que para final de mes ya podría dejar esta cosa —señaló la silla de ruedas como si fuese algún tipo de obstáculo, quizá ella tenía actividades en las que no poder ir de pie o caminar con fluidez le complicaban mucho la vida.
—Oh, eso me parece increíble, me alegro —dijo Nathaniel con suma sinceridad, después de todo, nadie se alegra de que un amigo salga lastimado, a no ser que sea tu mejor amigo o hayan hecho una apuesta—. Pero no deberías estar trabajando, Gwen.
—No te preocupes, he podido yo sola en estos cortos días. —Se encogió de hombros la rubia, restándole importancia a la preocupación del pelirrojo con un gesto de mano.
—Aun así...
—He podido yo sola —reafirmó la rubia, quitándole al pelirrojo la palabra de la boca y enviándola en un camino sin retorno a la isla de Madagascar.
—Lamento haber faltado estos... ¿dos días? ¿tres?
—Tranquilo, Nath, solo estoy jugando —admitió la rubia, riendo con confianza mientras tomaba de una repisa un lote pequeño de nuevos materiales para ordenar—. ¿Me ayudas?
—Por supuesto —se apresuró Nathaniel, acercándose a la rubia y arrodillándose a su lado para tomar la caja más grande de todas, una con una inscripción de fragilidad en un lado y sellada a la perfección—. ¿Qué hay aquí? ¿Láminas y cuadernillos?
Gwen entrecerró los ojos y se le notó muy desconcertada ante su pregunta, sus ojos azules se movían por la parte inferior del paquete y se detuvieron un par de segundos a leer algo.
ESTÁS LEYENDO
Simbionte en París | Miraculous - 1
Novela JuvenilA sus 17 años de edad y siendo rechazado por la chica de sus sueños, Nathaniel Kurtzberg pensó que nada podía ser peor, sin embargo, el destino le tenía guardado un final. Un accidente automovilístico junto a su compañera de trabajo lo cambia absolu...