CAPÍTULO 4

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Incluso antes de morir seguía pensando en cierta persona, pues mis arrepentimientos se debían solo a él.

¿Qué hubiera pasado si el limite de días en la cabaña no existiese?

¿Cómo habríamos pasado nuestro día a día? 

¿Cuánto tiempo habríamos estado juntos? 

Miles de preguntas llenaban mi mente y pronto el grito de alguien me trajo a la realidad. 

Uno de los cuerpos que estaban inconscientes se levanto rápidamente y presa del pánico cayo al suelo.  

El olor a sangre inundaba la habitación y sus manos estaban manchadas con ella. 

"¿Q-qué es esto?"

Un emperatriz cegada por los celos irrumpió en la habitación donde el emperador y su concubina pasaban la noche. 

"No..."

Sonreí ante tal expresión en su rostro, mi mente se nublaba más y más, pero estaba conforme con mi final. 

Deshacerme de estas dos escorias era lo mínimo que podía hacer por quienes sufrieron injustamente. 

Todo parecía ser un sueño, de hecho es así como lo sentí al despertar en el mismo lugar donde pasé mi infancia. 

(...) 

"Es fiebre." 

La voz de un anciano se escuchaba en algún lado y luego el pequeño grito de alguien me perforó la cabeza. 

¿Dónde estaba? 

Mi vista era borrosa y sentía todo mi cuerpo húmedo. 

"Debe recibir tratamiento en un lugar adecuado." 

"..." 

Poco a poco fui capaz de abrir los ojos y lo primero que capto mi atención fue un techo de barro.  

"El marques me envió para aliviar las preocupaciones de la dama por la peste que empieza en los barrios bajos, pero si esto sigue así puede perder a su hija." 

El anciano con lentes y barba blanca parecía muy serio cuando dijo eso y a unos cuantos metros de distancia una mujer lloraba sin consuelo. 

Una mujer de piel blanca, ojos y cabellos negros parecía estar perdida en sus pensamientos. 

"...Mamá?" 

"...!"

Mi voz salió como un susurro y aun así un dolor en la garganta empezó a crecer. 

"Cariño" 

El espejismo de mi madre se acercaba con prisa. 

"Mi amor..." 

Se veía muy real.

Varios besos fueron depositados alrededor de mi rostro y la sensación suave quedaba-

"...!"

Era real. 

La mujer que lloraba con una sonrisa mientras me llamaba definitivamente era real. 

"¿Mamá?" 

La llamé de nuevo y pude ver como asentía con la cabeza. 

"Mamá, mamá, mamá..." 

Las lagrimas esta vez caían de mi ojos y mis brazos intentaban llegar a ella, quien preocupada observó al hombre. 

"Doctor ¿Qué sucede?" 

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