CAPÍTULO 14

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Tras dar inicio a la búsqueda el grupo de caballeros junto al Marques tuvo que pasar por un sin fin de adversidades al experimentar el frio de la tormenta, la falta de alimentos por la nieve y la voluntad para seguir adelante, ya que al séptimo día no había rastro alguno de la pequeña señorita. 

En algún punto el camino marcado para regresar a casa parecía perderse conforme más avanzaban y el rostro demacrado del Marques tenía preocupado al resto. 

"Señor, es mejor descansar, podemos retomar el camino en cuanto consigamos algo de alimento." 

"..." 

El hombre de apariencia antes pulcra parecía no querer perder el tiempo, la desesperación de perder a su hija lo carcomía cada que cerraba los ojos imaginando lo que pueda estar pasando. 

La tristeza y el cansancio parecía estar pasando factura a su cuerpo, es por ello que los caballeros eran obstinados en que éste descansara un poco. 

"Está bien." 

Al recibir la confirmación rápidamente se inicio con una pequeña fogata y la preparación de dos liebres que pudieron cazar en el camino. 

"Hoy tenemos luna llena." 

Dijo uno intentando levantar el ánimo al aclarar que por fin se veía el cielo despejado, sin embargo el Marques parecía sorprendido al levantarse a todo prisa. 

Sorprendidos de tal actitud los caballeros se alarmaron pensando que quizás estaban siendo rodeados por alguna bestia, sin embargo conforme pasaban los minutos no sucedía nada. 

"¿Qué ocurre, señor?" 

Las palabras del hombre fueron silenciadas al momento por una señal del Marques quien parecía estar esperando algo. 

Como respuesta a todas sus preguntas el aullido de un animal se regocijó en lo profundo del bosque y pronto se dieron cuenta del significado. 

'Lobo.'

El sonido parecía estar mas cerca de lo esperado y el Marques tenía la intención de partir de inmediato, sin embargo, por apelación sus hombres caminar de noche era peligroso y más aún en territorio de lycans. 

No pasó mucho hasta que la luz comenzara a iluminar el bosque y el grupo retome la búsqueda, sin embargo, en lo que llegaban a lo que parecía ser el refugio de las bestias se toparon con un arroyo, alegres por ello quedaron en subir un poco más hacía la derecha con el fin de abastecer sus cantimploras.

"...!"

Pero lo primero que observaron al llegar dejó a la mayoría con la boca abierta. 

"E-es la pequeña señorita." 

Dijo uno alarmado con la intención de correr hacia la niña y siendo atrapado en el momento por su compañero. 

"¿Qué hacemos, señor?"

Estaban escondidos entre la hierba viendo como la pequeña a la que buscaban con desesperación se divertía con crías de lobo. 

Al contrario de lo que imaginaban parecía estar mejor y lo que más importaba, estaba viva. 

El marques estaba enfocado en observar a su hija que susurró su nombre con cuidado y vio como la niña parecía haberlo escuchado al levantar la mirada en su dirección. 

Era imposible que la pequeña haya sido capaz de escuchar su voz estando lejos, pero sus ojos no fallaban al notar que hicieron contacto visual.

Pronto un grupo de lobos se acercó y tomó a cada cría entre sus dientes con la intención de llevárselos evitando que se sumerjan en el agua, entre ellos el cuerpo de Dalia era sujetado desde su abrigo por el lobo más grande. 

"¿E-ellos creen que la dama es su especie?" 

Uno de los caballeros estaba listo para disparar en el acto, pero el rostro del Marques parecía indicar que no era el momento. 

"Si dejamos que se la lleven volveremos a perderla." 

El Marques ignoró las palabras de su escolta y se acercó al lugar donde estaba dalia antes dándose la sorpresa de que había un mensaje escrito en la tierra.

"Espera aquí." 

Escrito con torpeza y con apuro la niña de cabellos blancos había dado una orden.

Según el mensaje de Dalia ellos solo debían esperar en ese lugar. 

¿Era eso lo correcto? 

¿Cómo podían confiar en ello? 

Los caballeros no creían que todo fuese tan fácil y por ello esperaron las ordenes de su señor. 

"Acamparemos cerca y haremos guardia en este lugar hasta que vuelva." 

Fue así como las horas pasaron y el grupo perdía la esperanza. 

¿Qué podía hacer una niña frente a esos lobos?

Contrario a lo que cada uno pensaba, no tan lejos de donde estaban la figura de algo acercándose a paso lento los alertó a todos. 

"¿Un oso?" 

Por el tamaño era lo lógico, pero nada era como parecía. 

"¿Qué es eso?" 

Con la niebla de la noche disipándose fueron capaces de ver a un lobo y sobre este a la hija del Marques. 

Era casi imposible de verla al estar sumergida en el pelaje del animal, pero era claro el abrigo que llevaba. 

¿Qué significaba? 

En forma de escudo algunos lobos caminaban lentamente manteniendo cierta distancia, era una obvia intención de no atacar si se mantenía la paz en el bosque.  

"Dalia." 

El marques esperaba ansioso en su sitio el poder recuperar a su hija, pero una vez que la niña bajó del lomo de aquel lobo blanco no corrió a sus brazos como había esperado. 

"...!"

Cada uno fue expectante del cariño con el que la niña trataba a la bestia y el cómo ésta se dejaba. 

"AUUU!" 

El aullido del lobo blanco se escuchaba distinto, los caballeros creían estar locos al pensar que la bestia estaba triste, sin embargo aquellos ojos desafiantes parecían querer matarlos.

Tras esto la manada desapareció dejando sola a la niña perdida, sin perder mas tiempo el Marques se apresuró en llegar hasta ella para luego cubrirla entre sus brazos. 

 "Por fin." 

Quizás era un poco más tarde de lo esperado pero la pequeña empezó a llorar al cabo de unos minutos parra luego quedar inconsciente. 

El camino de regreso a casa duró tres días y la desesperación del Marques no terminó hasta llegar a la mansión donde varios doctores esperaban, ya que por algún motivo la niña no despertaba. 

"Por favor, sálvenla." 

El rumor del Marques y el reencuentro con su hija desparecida llego rápidamente a la capital captando la curiosidad de algunos. 

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