CAPÍTULO 5

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Decir que mi madre fue infeliz al casarse con el Marques sería una mentira, ya que desde el primer día se tomo en cuenta su posición como señora, sin embargo conmigo era completamente distinto.

Las miradas de reojo y expresiones de recelo lo decían todo, ellos estaban contentos de tener una nueva anfitriona pero no una nueva señorita.

"Me alegro de poder conocerla al fin, madre"

Un adolescente de once años se acercó con gran sonrisa y beso su mano cumpliendo con la etiqueta de un noble, ésta se avergonzó al instante.

Posando sus dedos sobre la mejilla del niño susurro con gran dulzura.

"Es un gusto."

Y con tan sencillas palabras la nueva señora de Agnes cautivo al joven.

Me sentía feliz por ella, mamá era considerada la dama bonita de los barrios bajos no solo por su belleza, sino por lo amable y gentil que era, hubo quienes la pretendían aún cuando tenía una hija y por ello mismo era odiada por las mujeres solteras.

"¿Madre?"

Tras de el niño se escuchó el resoplido de alguien.

Vestida con finas telas y arreglos brillantes, una niña cuya tez pálida brillaba se asomó por un lado.

La tiara que adornaba su diminuta cabeza no era un juego. 

'El dinero que ganas si lo cambias sería enorme.'

El pequeño ceño fruncido daba a entender lo molesta que estaba.

"Seshia."

El tono de advertencia por parte del niño pareció ofenderla y por ende salió corriendo.

Una vez que la pequeña señorita se retiró, los ojos de todos se posaron en mí.

"..."

Mi madre al darse cuenta de ello rápidamente habló y me presentó ante todos.

"Ella es mi pequeña Dalia, tiene 6 años."

"...!"

El niño de cabello sedoso me observó con sorpresa y susurró un:

"Tienen la misma edad."

Fue así como se dio mi primer encuentro con quien ahora era mi hermano.

Incapaz de pronunciar algo me negué a verlo más de lo normal, ya que odiaba aquel sentimiento de melancolía.

En momentos como este quisiera poder actuar como una niña asustada y esconderme tras la falda de mi madre, pero el suave toque del heredero Agnes me impidió seguir con mi plan.

Cuando su mano cayó sobre mi cabeza y sonrió con aparente entusiasmo para luego presentarse.

"Mi nombres es Aron, soy tu hermano."

A simple vista pareciera que su sonrisa y comportamientos son falsos y que solo se trataba de mantener la etiqueta amable de un noble.

Sin embargo, sabía por experiencia propia que no era el caso, Aaron Agnes, el hijo mayor del Marques estaba entusiasmado de que su familia fuera más grande, jamás actuó en contra de los deseos de su padre y adoraba a su nueva madre, por ende también a su nueva hermana.

Esto no quiere decir que mi relación con él fuera buena, ya que muchas veces dudaba de esa amabilidad y consideraba correcto mantenerme alejada.

Las peleas constantes entre los dos hermanos me dejaban en claro que yo era la culpable y el sentimiento de culpa me invadía cada que me lo cruzaba.

"Tengo mucho sueño"

"...!"

El mayordomo al escucharme se apresuró en decir que nos enseñaría nuestras habitaciones, pero mi madre al compartir lugar con el Marqués debía dirigirse al anexo opuesto.

"Yo seré tu guía"

El niño de aspecto brillante sonrió y ofreció su mano con temor de ser rechazado.

"..."

Los pequeños ojos color caramelo que me veían parecían lanzar un hechizo.

Algo tímida acepte su ayuda y luego de que mamá se despidiera me encaminé hacia el lado contrario.

Tantos los pasillos como los cuadros colgados en las paredes ya me eran familiar, fue por eso que a diferencia del pasado me abstuve de preguntar algo y caminé en silencio.

Fue entonces que observé un cuadro en especial, la mujer del retrato vestía telas doradas y sonreía mucho mientras veía al pequeño niño entre sus brazos.

Aquellos ojos llenos de amor me recordaron a mi madre.

"Es bonita, ¿Cierto?"

El niño a mi lado pregunto con emoción y yo asentí en respuesta.

La razón de muerte de la antigua Marquesa se debía al aborto de su tercer hijo, con un cuerpo y mente frágil la mujer había perdido el sentido de vida.

Recordaba que fue Seshia quien contó aquello tras un ataque de ira.

Sin haber podido conocerla correctamente, la adolescente de ese entonces aseguraba que su madre nunca quiso a sus hijos, al menos.... no a los que estaban vivos.

El semblante brillante de Aarón pasó a ser uno triste, estaba segura de que debía cambiar de tema y lo único que se me ocurrió fue respaldado por el gruñido de mi estómago.

"...!"

Avergonzada observe hacia el piso, mi estómago estaba vacío desde que se acabaron las galletas en el carruaje.

"¿Te gustan los dulces?"

Las pequeñas manos del niño se escondieron en los bolsillos de su traje y de el sacó varios caramelos.

Por el empaque rosado sabía de antemano que eran de fresa.

"Los guarde en caso de emergencia, pero te los daré porque sé que te van a gustar"

Dijo intentando disimular una sonrisa.

Al ver el esfuerzo que hacía me abstuve de decirle que era alérgica a las fresas, ya que esa fue una experiencia del pasado la cual no sabía hasta probar una.

Los dulces eran algo completamente nuevo cuando llegué a este lugar, por ende no había forma de saberlo. 

"Gracias"

La sonrisa del niño se hizo más grande cuando los caramelos estuvieron a mi cuidado.

Había hecho un cambio a comparación del pasado cuando fingí no estar interesada.

"Esto solo es por ahora, debes venir al comedor en cuanto estés lista ¿Entendido?"

Sin perder la sonrisa del rostro el niño me enseñó una puerta blanca y luego se inclinó despidiéndose.

"¡Nos vemos!"

La energía desbordante que antes parecía rodearme había desaparecido.

Dando un suspiro empujé las puertas de la habitación y sonreí al saber que era la misma.

A pesar de que no era la hija biológica del Marqués, éste se encargó de brindarme lo mejor de lo mejor.

Arrepentida de no poder agradecerle correctamente me propuse hacerlo en esta oportunidad.

Sin embargo, debía ocuparme primero de dos cosas.

Tras las puertas habían dos doncellas con aspecto aburrido, cada una al verme observó hacia otro lado al instante e hicieron como si no pasara nada.

Si quería estar lista para la cena era necesaria la ayuda de mis doncellas o al menos eso ocurría cuando se trataba de un noble.

Para mi buena suerte, era experta en alistarme sola, pues lo había hecho muchas veces.

Sin embargo, si quería estar cómoda en este lugar, era necesario dejar en claro mi posición.

"Quiero darme una ducha, preparen el baño."

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