CAPÍTULO 12

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El Marques había creído que todo saldría bien si sacaba al detonante del camino, su intención jamás fue exponer a una de sus hijas ante el peligro y para cuando observó el pequeño cuerpo de Dalia desaparecer entre la manada sintió un nudo muy grande en la garganta. 

Los lobos que mantenían la delantera observaban fijamente a la familia del Marques manteniendo cierta distancia, los gruñidos feroces y el golpe de sus patas indicaban que estaban molestos. 

Los caballeros al notar la condición de su señor se acercaron con la intención de que esté soltara a la pequeña señorita entre sus brazos, Seshia para ese entonces se encontraba pasmada ante la situación que estaba presenciando. 

"...."

Al estar en los brazos de su padre sintió como el cuerpo de éste temblaba y el como las lágrimas parecían querer desbordarse de sus ojos junto a un grito en silencio. 

Lo mismo pasaba con los demás, su madre cubría el cuerpo de su hermano en lo que se consolaban el uno al otro y el caballero que fue a por ella la veía con cierto rencor. 

"Señor, debemos retroceder." 

Aquellas palabras marcaron una sentencia hacia la Marquesa quien lloraba desconsoladamente. 

"...B-basta" 

El hombre que antes sonreía con su familia parecía volverse loco, sus ojos habían perdido cierto brillo cuando sus manos sacaron la escopeta de entre su equipamiento teniendo la intención de ir a por su hija, era ese su propósito de no ser por el otro caballero quien alertado dejó caer la cesta y corrió para detener a su amo. 

"Recuerde que la marquesa y los niños están aquí señor, si usted presiona el gatillo y los provoca aún mas será un peligro para todos. 

Tras un largo minuto de silencio, el Marques no pudo soportar ver cómo la figura de los mamíferos se revolvían unos a otros en cierto punto. La distancia era mucha como para diferenciar en caso de que devoraran el pequeño cuerpo de su hija y el gran tamaño de estos lo dificultaba aún mas. 

"AHHH!"

Fue entonces que el grito de la pequeña Dalia se escuchó por un segundo. 

El pesado corazón del Marques lo estaba matando, en su imaginación se reproducían uno y otro recuerdo de la pequeña corriendo felizmente como un tormento hacía si mismo. 

No podría soportarlo, no podría hacer como si esto fuera algo mínimo, era horrible, era un mal padre, un mal esposo y un mal hombre. 

¿Cómo se atrevía a observar el rostro de su esposa?

¿Cómo volver a reír después de esto?

¿No era él el único culpable?

Los ojos del Marques que observaba a la nada pronto se posaron en Seshia. 

"...!"

El dolor que él y los demás sentían no afectaba en absoluto a la niña, quien seguía viendo cierto punto. 

Fue entonces que se lamentó haber visto esa escena. 

"¿Está muerta?"

Dijo Seshia en un susurro tratando de ocultar su sonrisa. 

La mente del Marqués quedó en blanco al ver aquello.

Al igual que un niño quería llorar y gritar para librarse de los sentimientos que lo ataban.

Al cabo de cierto tiempo los lobos desaparecieron en grupos y el último que quedó parecía dar una advertencia de no volver a cruzar la línea. 

Sin fuerza alguna en las piernas se acerco hacia donde se supone debía estar Dalia, sin embargo cayo rendido ante la nieve al ver solo un par de guantes manchados de sangre. 

Desesperado cavo entre la nieve con la esperanza de encontrar algo, pero lloro aún más al darse cuenta de lo que significaba. 

"No hay tiempo que perder." 

Devolviendo a su familia a la mansión el Marques se preparo junto a un grupo de caballeros para buscar el cuerpo de Dalia. 

"Las armas están listas, señor." 

"Muy bien, prepárense." 

Ahora mismo poco importaba si terminaba cazando a toda la manada, quería a su hija de vuelta y estaba dispuesto a acabar con aquella raza. 

Debían apurarse ya que el clima no era bueno, aún mejor prepararse en caso de una tormenta.

"¿Irás de nuevo al bosque?"

Cuando el Marques estuvo a punto de partir fue detenido por la voz delicada de Seshia. 

"..."

Para el hombre era incómodo hacer contacto con aquellos ojos verdes. 

"¿Papá?" 

"Regresa a la mansión, hace mucho frío aquí afuera." 

Dicho esto se dio la vuelta y el equipo de búsqueda se perdió entre la nieve. 

"Señorita, por favor ingrese, le prepararé chocolate caliente." 

Dijo una doncella esperando enterarse de lo sucedido a detalle. 

"Es triste, papá parecía estar triste." 

La voz inocente de la pequeña no coincidía con su cara y esto fue algo que el heredero del Marques observó sorprendido desde la ventana del segundo piso. 

El cuerpo de Aron sintió escalofríos en cuanto hizo contacto visual con la pequeña. 

Ella era su hermana, pero no parecía ser la misma. 

¿Qué debía hacer? 

Desde un inicio el accidente había ocurrido por culpa de su terquedad pero no parecía arrepentida, ni siquiera parecía estar consciente de que lo que hizo estaba mal. 

Pasando dos días la mansión en su mayoría se mantenía en silencio, las doncellas y los demás empleados que llegaron a tener contacto con Dalia rezaban porque la niña regrese a salvo o en el peor de los casos esperaban al menos recuperar su cuerpo. 

Varias velas eran encendidas como un deseo profundo de que la pequeña señorita regresara y de igual forma los caballeros que hacían guardia ansiaban ver el regreso de su señor.

"Todos están tristes por la pérdida de la dama pero... ¿No te parece extraño?" 

El grupo de sirvientas que hablaba en voz baja mientras limpiaban los pasillos fue encontrado por Aron.

"No sabemos con exactitud que fue lo que ocurrió, pero todo parece indicar que la señorita Seshia tuvo la culpa." 

"¿Dónde lo escuchaste?" 

"Shhh, baja la voz."

El heredero del Marques quería callar a las doncellas para que dejaran de esparcir tales rumores, sin embargo, en fondo esas mujeres tenían razón. 

Al contrario de su madre y él, quienes estaban preocupados por saber alguna noticia, Seshia actuaba normal e incluso exigía más atención. 

"¿Hermano?" 

"...!"

La única persona capaz de ayudarla era él, su hermano. 

Este no era el momento de evitarla. 

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