Por más que insistiera, Sigil era incapaz de sentirse cómoda en el camarote de otro capitán. No dejaba de agitarse de un lado a otro, como si hormigas recorrieran su cuerpo.
—Toma, relájate —insistió Hernán Ojogris sirviéndola una copa de un líquido rosado—. No te voy a comer.
La gnoma esbozó una pequeña sonrisa a la vez que agarraba el recipiente de cristal con ambas manos.
—No es fácil ser el capitán más débil, y menos cuando puedes servir de alimento para todos los demás. —Soltó un sonoro suspiro lleno de frustración.
Ojogris acercó su copa y la chocó con la de la compañera antes de darla un largo trago.
—Si te sirve de consuelo, yo te admiro... Y creo que el enano no sería capaz de digerirte. Ya son dos menos.
Sonrió con timidez, dando un pequeño sorbo a aquel. Fue tan fuerte que arrugó el rostro y empezó a toser.
—Lo siento, igual era demasiado...
—No-no, nada. —Cof y un golpe en el pecho—. Todo controlado. Hacía que no tomaba nada tan fuerte desde que... Bueno, lo de Joya del mar.
(Joya del mar era el nombre de la fragata que Sigil capitaneaba. Es importante destacar el era puesto que hubo un motín tan fuerte que terminaron expulsando a su capitana del navío. Se trata de una información que muy pocos conocen, como Rey, que lo sabe todo, y Hernán, que confió en él para contárselo y pedirle ayuda.)
—Debió ser duro.
—Es como que te echan de tu hogar, y tu familia te intenta dar de comer a los tiburones...
Ambos guardaron un tenso silencio, mirando a sus copas (la de Sigil medio llena y la de Hernán casi vacía). Entonces la gnoma desvió su mirada a la mesa. El mapa que debería estar desplegado descansaba en un zurrón, al igual que la botella de la que acababan de beber. Algo extraño en un capitán. Sin embargo, centró toda su atención en la brújula, que descansaba entre ellos.
—Vamos al norte... —Hernán no reaccionó a su afirmación, así que se lanzó a preguntar—: ¿Por qué? Quiero decir, nuestros objetivos están en el oeste o este.
—Porque, por el momento, no podemos ir allí. —Cuando la gnoma iba a responderle, Hernán levantó un dedo hacia su boca, pidiendo que guardara silencio—. Ya llega.
—¿Qué dices...? —Sigil estaba confusa, mirando cómo su homónimo humano reogía las cosas y las guardaba en su zurrón.
—Toma, llena esto de lo que necesites. Nos vamos...
Apenas terminó la frase cuando un agudo chirrido sonó en la distancia. Fue entonces cuando alguien gritó:
—¡Enemigo a la vista!
El corazón de Sigil empezó a latir a toda velocidad. Guardó sus pistolas, mapas, lupas, piedras y todo lo que podía en ese zurrón, mientras Hernán salía tranquilo de su camarote. En cuanto la gnoma salió para reunirse con él, la aguda melodía era mucho más intensa que antes.
—No puede ser... —musitó por lo bajo, observando el navío de madera podrida, acercándose a ellos.
—Sabía que uno de ellos nos iba a seguir. Hemos tenido suerte de que haya sido el Violinista, Benedict von Waletz.
—El maldito nigromante —gruñó Sigil abrazándose para superar el frío.
—Señor... —El contramaestre se acercó a ellos apurado, dispuesto a entrar en acción.
—Sí, preparad todo. Como siempre.
—A la orden. ¡Preparad los bidones! ¡Lanzad las Bes! ¡Plan Leeroy en marcha! ¡Vamos, vamos!
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TALETOBER 2023
Fantasía31 palabras, 31 días, 31 capítulos. En eso consiste el Taletober. Sin embargo, este año voy un paso más allá, y me adentro a una historia de piratas sin igual. Si te gusta el humor y la fantasía, además de surcar los mares, quédate y descubre esta h...