Fuera de la ausencia del miedo

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Disclaimer: Los personajes de Harry Potter son propiedad de J.K. Rowling. La historia es de Inadaze22.

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Capítulo treinta y uno: Fuera de la ausencia del miedo

Primera parte: Impaciencia

Quedarse era una cosa, pero esperar era algo completamente diferente.

Draco había tenido que aprender a quedarse, pero nunca había aprendido el arte de esperar. Su madre siempre decía que le pasarían cosas buenas a los que esperaran, pero su padre decía que los Malfoy eran criados para no esperar. A lo largo de los años, los conflictos en sus creencias se habían anulado entre sí y habían creado a un niño impaciente. Ese niño se había convertido en un hombre, uno que no sabía nada acerca de esperar por nada ni por nadie.

Con un bufido, pensó que no podía culpar exclusivamente a sus padres por su impaciencia. Por muy similares que ellos fueran, seguían siendo diferentes. Le había llevado mucho tiempo llegar al punto en el que podía seguir sus consejos y hacer que funcionara para él.

Podía decir con seguridad que, si bien sabía mucho sobre su madre, su padre seguía siendo un misterio que aún deseaba desvelar, pero no sabía cómo. Su padre parecía tener un don con las palabras en el sentido de que todo lo que decía, fuese bueno o malo, permaneció en su mente durante años. Algunos de sus primeros recuerdos eran de su padre hablando, diciéndole lo que no debía hacer como un Malfoy.

Draco había pasado el primer minuto de pie, el segundo paseando, el tercero mirando su reloj y el cuarto contando todo en su línea de visión. Pero durante el quinto minuto, Draco ya estaba aburrido y miró la puerta con curiosidad. ¿Qué le estaba tomando tanto tiempo? ¿Qué podría querer la Comadreja? Una larga lista de posibles respuestas apareció en su cabeza y cruzó la puerta de su casa porque no le gusto ninguna. Sentía una molesta sensación en la parte posterior de su cabeza que le decía que esperara, pero lo ignoró.

Después de todo, no había sido bendecido con el don de la paciencia. Y todavía era un novato en el arte de esperar.

Se movió por el vestíbulo en silencio, pero se detuvo cuando escuchó la molesta voz de Weasley.

—A ella no le importa nada de esto y sabes, en realidad no estoy seguro de qué es lo que más me gusta de ella: su extravagancia o su torpeza, pero... Sí. Me gusta. Y mucho.

Draco puso los ojos en blanco y dio unos pasos silenciosos. ¿Estaba esperando mientras La Comadreja hablaba de un nuevo enamoramiento? Qué absoluta pérdida de tiempo. Excelente. Sentía algo por otra persona. ¿Querría anunciarlo por la radio?

—Oh, ella parece encantadora, Ron, de verdad —Granger había dicho, pero su voz sonaba un poco tensa.

—Sí, lo es —se detuvo durante tanto tiempo que Draco miró a la vuelta de la esquina para ver si todavía estaban allí. Ellos estaban—. Pero hay un problema.

No le gustó el sonido de eso.

—¿Qué? —la voz de Hermione sonaba extraña.

—Tú —la cabeza de La Comadreja se movió y Draco pegó su espalda a la pared, esperando que no lo hubieran visto. Cuando no hubo un estruendo enfurecido, Draco se relajó un poco. Eso fue, hasta que dijo—. O, mejor dicho, cómo me siento.

Draco no se sorprendió. Weasley era el tipo de persona que se aferraba a las cosas y a las personas. Se había aferrado a toda esa ira durante años; tenía sentido que él también se aferrara a sus sentimientos. Y por mucho que eso enfermaba a Draco, el pelirrojo parecía sincero. Y por mucho que eso molestara a Draco, Weasley también lo había expresado mejor.

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