Capítulo 2: La adaptación

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Erika

Han pasado algunas semanas desde que desperté, debo admitir que no ha sido nada fácil, tuve un encuentro muy desagradable con Lance, nadie me advirtió que seguía con vida, mucho menos que no estaba aprisionado, y mas aun, dirigiendo una guardia completa. Me revolvió el estómago, no podía parar de recordar el momento en el que clavaba sus garras en el pecho de su hermano, para mi fue algo muy reciente, siento como si hubiera sido hace días, y nadie me toma en serio, todos dicen que él ha cambiado, que está arrepentido, que está redimiéndose y que no debo temer, pero eso me genera aun mas coraje, nadie se pone en mi lugar, nadie quiere escucharme o tan solo intentar comprender lo que siento, tal vez para ellos ya pasó hace mucho tiempo, pudieron sanar sus heridas y seguir adelante, yo no, para mi fue solo como una siesta, siento que el mundo está al revés, no entiendo nada, Huang Hua parece no tomar en cuenta mis sentimientos, Karuto se ha vuelto un pastelito, Nevra ya no me sigue, Lance tiene un puesto en la guardia, Leiftan ni siquiera ha querido verme, todo es como si fuera lo contrario a lo que solía ser, hace que me sienta mareada, confundida, sola.

Me he ido a la fuente para pensar en lo que está pasando, mi encuentro con Lance no deja de pasarme por la cabeza, me está atormentando desde hace días, y no es solo por él, sino por mí. Cuando lo vi, me quedé paralizada, no podía moverme del terror que sentía, todos creen que fui valiente en la guerra, que mis decisiones y mi sacrificio fueron clave para lograr la paz, pero siendo sincera, no me siento merecedora de ese crédito, ni de la estatua del árbol del cerezo, me pone furiosa verla. Yo solo estuve en el lugar y momento indicado, fueron decisiones precipitadas, jamás planeé nada, no tomé decisiones con respecto a la guerra, no aporté la gran cosa, solo hacia mi parte y juré lealtad a la guardia, como todos aquí. Jamás fui tan buena en alquimia como Ezarel, jamás fui tan astuta como Nevra, jamás fui tan fuerte como Valkyon, jamás fui tan inteligente como Kero, jamás fui decisiva como Miiko, jamás pasé el sufrimiento como Twylda, jamás sentí el verdadero dolor, y nunca fui una guerrera fuerte, solo hacia lo que podía, no puedo merecer el crédito de salvadora de Eldarya, no fui solo yo, fueron todos los demás. Soy tan temerosa, incapaz de tomar decisiones importantes al momento, soy ingenua, un blanco fácil, débil. El tan solo ver al dragón de hielo me petrificó, y lo peor es que él no me hizo nada, pudo haberme matado en ese momento, y al menos podría haber demostrado que tenía razón, que Lance era un peligro aquí. Tal vez sea a propósito, quiere que todos se vuelvan en contra mía, pretende que yo quede como una loca y los demás se descuiden de él, que nadie me crea, que me den la espalda, y en cuanto nadie mire me mate. Pero no encuentro sentido, en ese caso ya me hubiera matado, de por si nadie me cree, tal vez no me ve como un obstáculo, sabe que soy débil, sabe que no podré hacer nada si decide atacar de nuevo, ha logrado que todos confíen en él, y mas aun ha tenido el descaro de tomar el puesto de Valkyon, maldito infeliz, como pude permitirme dejarlo con vida aquel día, o cualquier otro día, yo y mi cobardía terminaremos por dejar que Eldarya perezca.

-Te sientes miserable, ¿no es cierto?

- ¡Leiftan! Viniste

-Yo... necesitaba salir, no podía estar más encerrado

- ¿Por qué me evitaste todos estos días? ¿Ya no te importo?

-No es eso Erika, en realidad no quería tener contacto con el mundo por el momento. Todo esto aun me parece impactante, me cuesta acostumbrarme. No había querido salir de mi habitación para no causar pánico entre los residentes, pero grande fue mi sorpresa de que en lugar de eso tengo una estatua en el árbol del cerezo- dijo tristemente

- ¿Tampoco te gusta tu estatua?

-No, soy el que menos la merece

-Yo también odio la mía

Un mismo espirituDonde viven las historias. Descúbrelo ahora