Capítulo 11: Un nuevo mundo

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Scarlett

Cuando por fin todo se había calmado he abierto mis ojos para poder ver qué había ocurrido, aun me encontraba bajo el agua, pero ya no había turbulencia, tampoco estaban los cristales o las algas enormes, solo era oscuridad y lo que parecía ser un aro de luz en alguna parte. Sentía que ya no podría aguantar más la respiración, así que he nadado tan rápido como pude hacia ese aro de luz, era alguna tapadera, podía sentir que la superficie estaba del otro lado de esa enorme roca que me encerraba en esa cueva de agua. La he movido con ambas manos, no estaba pesada, solo era grande, y entonces logré volver a sentir el aire en mis pulmones, estaba frio, pero se sentía tranquilo. Salí del agua junto con mi mochila, la cual estaba empapada obviamente, y he caminado hacia lo que parecía ser la entrada de esa pequeña cueva. Pasé de estar en medio de la oscuridad a encandilarme por tanta luz, estaba en medio de algún bosque nevado, podía ver las montañas a lo lejos y pequeños insectos que me parecían sumamente extraños, el cielo ya no era gris como cuando me dejaron en la entrada de las cuevas de hielo, sino que era de un azul celeste hermoso y adornado de esponjosas nubes.

Rápidamente oí un ruido en un arbusto frente a mí y unos ojos me miraban desde el interior, luego una nariz, y finalmente una voz como de un niño pequeño.

- ¿Cómo te llamas?

-Scarlett

- ¿Puedes oírme?

-Emm, supongo que sí, bueno, como sea. ¿Sabes dónde estamos?

- ¿Estás perdida?

-Algo así

-Jaja que tonta, no te preocupes, a veces yo también me pierdo, pero siempre encuentro la forma de volver

-Pues yo no puedo volver, ¿cómo se llama este lugar?

-Este lugar se llama Gengaku

Miré a mi alrededor el blanco y sereno paisaje, y un viento helado me ha puesto a temblar, estoy mojada completamente en medio del frio, así que de inmediato regresé a la cueva para poder cambiarme de ropa, mi mochila era especial para exploración, estaba mojada por fuera pero por dentro estaba perfectamente seca, así que me puse otra ropa y salí a buscar madera para encender una fogata. Cuando salí la pequeña cosa de los arbustos seguía ahí.

- ¿Qué haces?

-Busco madera para hacer una fogata, ¿tú no tienes frio aquí?

-Nací aquí, solo me da frio en las noches, mamá solía ayudarme a estar calientito, pero ahora no está

- ¿Y por qué no la buscas? - dije mientras arrancaba madera de un tronco tumbado

-Es que... los kitsunes se la llevaron

Mis ojos se dirigieron hacia la pequeña criatura, la cual había decidido salir del arbusto donde estaba, yo creí que se trataría de algún niño, y técnicamente lo era, pero parecía un lagartito hecho de nieve, sus ojos eran blancos como su pelaje, su colita parecía la de un tiburón y poseía unas pequeñas alas, lo miré con detenimiento, asombrada de tan interesante criatura.

- ¿Y por qué los kitsunes se llevarían a tu madre?

-Los kitsunes dicen que los glanadel son deliciosos, esa noche nos persiguieron por las montañas y mamá me arrojó por una cascada, pude ver cómo la sujetaban con redes mientras caía- dijo la criatura al bajar sus orejitas

-Mmm, ya veo, mis padres también murieron, bueno, los asesinaron cuando era niña, aunque no recuerdo mucho eso

- ¿También se los querían comer?

-No, solo estábamos en el lugar y momento equivocados. Dime una cosa, ¿no te enseñó tu mamá a no hablar con extraños? Apenas y te conocí hace un rato y ya me contaste la tragedia de tu vida

Un mismo espirituDonde viven las historias. Descúbrelo ahora