prólogo.

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La puerta del despacho es abierta y un hombre al que inmediatamente reconozco como Lucio Pussett entra cerrándola tras él. Luce impecable, su traje perfectamente alisado y la corbata gris que cuelga de su cuello lo hacen ver elegante.

Permanezco de pie frente a su escritorio mientras él camina hacia mí y me rodea para poder llegar al otro lado, en cuanto lo hace, me doy la vuelta y lo miro directamente.

—Alessandro Salvatore —menciona mi nombre mientras me extiende la mano.

La tomo y le doy un fuerte apretón. El hombre no parece mayor de cuarenta años, aunque sé que es de la edad de mi padre.

—Lucio Pussett —murmuro asintiendo y después de un par de segundos, suelto su mano.

—Tanto tiempo sin verte —dice y me indica que tome asiento al mismo tiempo que él lo hace.

Los dos sabemos que esta visita no es por placer, que no estamos aquí reunidos para charlar sobre la vida y sonreír mientras tomamos una taza de café. No, estamos aquí por negocios y fue Lucio quién me llamó para reunirnos lo antes posible, así que me quedo en silencio esperando a que hable, asumo que los asuntos de mayor importancia que dijo tener, son acerca de mi padre y los rumores que los medios se han encargado de divulgar.

—Me puse en contacto con Leandro y me dio la noticia de que ahora tú estás a cargo de su empresa. —Directo y sin rodeos. Me lo imaginé, Lucio no es un hombre con paciencia.

—Así es, ahora soy yo quien responde por la empresa y todos los negocios de mi padre, supongo que ese no es un problema, ¿Cierto? —Mi pregunta lo toma por sorpresa, lo noto por como se tensa y aprieta la mandíbula.

Nos miramos a los ojos por un par de segundos y ninguno flaquea, los dos queremos imponernos frente al otro y demostrar quién tiene más poder. Al final es él quién aparta la mirada primero, poniéndola sobre una carpeta que toma entre sus manos y la abre, revelando unos documentos que me extiende sobre el escritorio.

Los tomo y sin verlos se los paso a Fabio; mi abogado. Quién no ha dicho palabra alguna desde que llegamos, solo se dedica a mirarnos con miedo y nerviosismo.

Mientras él los lee, Lucio me explica las nuevas asociaciones que desea hacer con S.M Tour. Los dos tenemos planes muy diferentes. Después de discutir un par de horas, logramos llegar a un acuerdo y firmar el nuevo contrato.

A pesar de ser el hijo de su socio más antiguo, Lucio no confía en mí, así que busca una forma de tener el control de nuestra asociación e intimidarme para mantenerme al margen.

Si hay algo que no tolero, es que me lleven la contraria y traten de controlar todos mis movimientos. Estoy a punto de dejarle claro que yo no soy mi padre y no podrá manipularme, cuando recibe una llamada, se levanta a toda prisa y sale de su despacho cerrando la puerta tras él.

Fabio llama mi atención, y al mirarlo sé que algo va mal, los documentos que me entregó Lucio siguen en sus manos. Su lenguaje corporal me indica que teme decirme lo que sucede. No quiero pensar mal pero el silencio de Fabio me pone nervioso.

Mis pensamientos se aclaran en cuanto escucho a mi abogado pronunciar las siguientes palabras:

—Está todo en orden, básicamente es una advertencia de lo que podría suceder si una traición llegase a ocurrir.

Ver a Fabio tan nervioso me hace creer que mi idea de una traición por parte de Lucio en nuestro primer trato es descabellada, pero incluso puede ser algo mucho peor.

Hago una mueca y tomo los papeles, los reviso de uno por uno y me doy cuenta que es más exagerado de lo que pensé. No voy a tolerar que insinúe que soy un traidor o que puedo llegar a serlo, y Lucio está pisando terreno muy peligroso al darme esta mierda de contrato para que lo firme.

matrimonio perfecto. {En Proceso}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora