3: Apoyo mutuo.

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Me quedo estática en mi lugar sin moverme, solo puedo pensar en lo estúpida que fui al no revisar la seguridad fuera del búnker.

Están lo suficiente cerca para oír un poco de su conversación pero demasiado lejos para entender lo que dicen.

—Tenemos que cuidar… —Alcanzo a escuchar esa pequeña parte pero lo demás fue incomprensible. Agudizo mi oído tratando de captar un poco más de la conversación—. Llegará en menos de una hora.

Mi cuerpo se tensa al escuchar esa parte. ¿Quién llegará?

—Vamonos —Suspiro de alivio cuando los pasos se van alejando poco a poco.

Cuento en mi mente treinta segundos para estar segura de salir sin que nadie me vea. Los nervios se vuelven más intensos ocasionando que mis manos suden y me sea mucho más difícil sostenerme de la escalera metálica.

Logro salir del túnel, me encuentro en la parte de atrás de la casa. Trato de acomodar mi cabello pero es un caso perdido, algunos mechones no están en su lugar así que decido no perder más tiempo en eso y me dirijo a la puerta trasera.

Es muy pequeña por lo que es más fácil hacerla pasar desapercibida. A pesar de que hoy la seguridad se multiplicó, no hay más que dos hombres custodiándola, supongo que los mismos que intentaron abrir la reja metálica del túnel.

Busco la manera de salir sin que me vean pero no encuentro nada que pueda utilizar. Miro a mi alrededor y lo único que hay es pasto, árboles y flores. Finalmente localizo algo útil, un par de arbustos lo suficiente grandes para pasar desapercibida.

Insisto en que debí haberme cambiado los tacones.

Uno de los hombres se acerca al otro y comienza a decirle algo que no puedo escuchar por la distancia. Parece demasiado molesto. El otro no le presta atención por lo que el guardia, muy enojado, se aleja sin decir una palabra más.

Lo sigo con la mirada y al ver que desaparece entre los árboles, sonrió satisfecha.

<<Perfecto.>>

Tomo mi celular y finjo tener una llamada.
Comienzo a caminar pasando frente al hombre de seguridad. Con el rabillo del ojo observo como frunce el ceño al verme allí.

—No es posible que aún no haya llegado el collar que compré hace una hora. ¡Es una cena importante, no puedo utilizar cualquier baratija! —grito con fingida molestia.

Me paro frente al hombre y murmuró un:

—¿Puedes creerlo?

Él me mira desconcertado y un poco perdido, pero no dice ni hace nada. Tan solo se queda parado en la puerta.

—Señorita, usted no lo entiendo...no... señorita, ¡no quiero otro modelo! Le exijo que tengan listo mi collar en veinte minutos —continúo con mi acto—. Pasaré por él y pobre de ustedes si no me lo entregan. —Finjo colgar la llamada con una expresión molesta.

Gruño y paso mi mano por mi cara.

—¡Maldición! No tengo mi collar y ahora mi maquillaje está arruinado, mi padre se molestará si no estoy lista antes de que lleguen los invitados —exclamo con toda la intención de desconcertar más al guardia.

El hombre sigue sin moverse pero sus ojos no se despegan de mí. Aprovechando la oportunidad, camino hacia él y le pido que abra la puerta.

—Lo siento señorita, tengo órdenes específicas de que nadie sale por esta puerta. De hecho, usted no debería estar aquí, le pido que se retire.

—¿Disculpa? ¿Es qué a caso no escuchaste que tengo que ir por mi collar en menos de veinte minutos? —No dice nada más y se mantiene en la misma postura.

matrimonio perfecto. {En Proceso}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora