8. Confesión

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Tenía apretadas las manos al barandal del segundo piso en la casa Vachirawit.

Había subido más de la mitad de los escalones cuando Bright y Tú voltearon para verle, al no saber reaccionar simplemente giro y bajo golpeándose en la cabeza.
Maravilloso.

—¿Estás bien?

—¿Te hiciste daño?

Hablaron ambos unísono.

No, no estaba bien.
Iba confiado, seguro, decidido a confesarse. Saludo a quien es prácticamente su segunda madre que iba de salida y fue a buscar a Bright.
“Estan dentro” si, debían estar ahí, pero no en pleno beso. No estaba listo para esto.

—Todo bien, solo un descuido —Rio con falsedad siguiendo el camino a la salida. Quizá eso era una señal.

Ellos iban siguiéndole y llegó otro recuerdo a su cabeza: Cuando se golpeaba con anterioridad y Bright se acercaba inmediatamente para revisarle, si estaba bien le daba unas palmaditas en la cabeza “Mi conejo está defectuoso, dicen que son cuidadosos y de buena vista. El mío se quiere matar solo ” con una mirada de cariño increíble.

Volteo a ellos, mirando a su mejor amigo que lo veía con asombro y preocupación ¿Qué pasa? No debía verle así, no de esa manera ¿Y su mirada hermosa que incluso lo ponía nervioso?

—El golpe se escuchó muy fuerte ¿Seguro que estás bien? —No era únicamente la ausencia de la mirada, era el ambiente y su tono de voz también.

—Estoy bien, me tengo que ir.

—Mejor siéntate un momento, puede que te marees —La chica hablo tomándole por el brazo.

—Tenia una salida y la olvide, nos vemos.

—¿Seguro?

—Si, lo había olvidado por eso la urgencia de irme. No sé preocupen, después te llamo —Se despidió de su amigo. Si te llega importar —Gracias —Salio y camino un poco para detenerse nuevamente.

Puede que no pusiera atención necesaria o que no valorará tanto aquella mirada ¿Hace cuando desapareció? ¿Cuándo dejo de verle así? Sabía que él también miraba a Bright de una forma única, se había descubierto incluso que cuando estaba con el sonreía diferente.

Y entraba en su cabeza esa sonrisa que hizo él antes de besarla...
Esas sonrisas eran suyas.
Había pensado que podría superar, seguir y aceptar toda la situación pero no, no podría.
Iba decirle todo a Bright.

Le diría que no quiere que se casé, no es justo.
Ellos se conocieron primero, le gustó, se enamoró de él primero y ahora ella aparecía de la nada para romper todo.

Dejo pasar el resto del día y luego de meditarlo un poco más tomó sus converse, una playera, jeans, su abrigo café y salió de la casa.

Empezó a caminar despacio recordando algunas cosas para darse más valor:

Nuevos temas de clase que no entendía el más alto y finalmente su amigo decia otra vez:
—No te desanimes, debe haber cosas buenas de vivir bajo los puentes... No pagarías luz, el sol es gratis.

Su madre o amigos decían constantemente “Estan siempre juntos ¿No se cansan?¿De qué hablan todo el tiempo? ”

Bright negaba —Necesito mi dotación de Win diaria.

Y Win también respondía —Una vez que entras en los encantos Vachirawit no sales.

No solo eran conversaciones interminables,  habían varios momentos más. Habi tanto... Si pudiera retroceder disfrutaría todo de una manera indescriptible.
Incluso los días donde llegaba de sorpresa algunos fines de semana y terminaba ayudando con la limpieza.

68 días para una boda | BrightWin/BrighTuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora