Capítulo 2

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No podía acabar de comprender lo que acababa de escuchar, ¿cómo podía estar Bill con alguien que le triplicaba la edad? Por lo que sabía de Robert Miller, rondaría casi los 60 aunque no los aparentaba. Y Bill, no había más que echarle un vistazo para ver que tenía unos 20 años, 23 como mucho...

—Tiene 25—confirmó David como si le hubiera leído el pensamiento—Y mi padre 55, llevan saliendo desde que Bill empezó a trabajar aquí con apenas 19 años. Para mí que le engañó para que se lo follara una vez y el tonto de mi padre cayó rendido a sus pies.

Sentía el odio en sus palabras, no había más que ver la fulminante mirada que le dirigió a Bill mientras que éste posaba ajeno a sus palabras.

—Ya ves, mi padre todo un hombre hecho y derecho mandó a la mierda su matrimonio por un putito que podía ser su propio hijo—siguió diciendo David—Hasta yo le saco varios años, ¿cómo crees que me siento trabajando teniéndole delante?

—¿Hay algún problema?

Robert Miller se les había acercado. No había escuchado las palabras de su hijo pero era ver la cara que ponía y saber que Bill estaba cerca para saber a la perfección de qué estaba hablando.

—La sesión se está alargando—contestó David con tono duro—Bill lleva una hora con el mismo modelo, ¿es que se cree que solo existe él?

Se marchó antes de que su padre le contestara, sabiendo de sobra cual sería su única respuesta. Que no se metiera con Bill, cosa que hacía cada vez que le veía y le encantaba. Bill era muy dulce, jamás elevaba el tono de voz cuando hablaba con él aunque él le insultara y siempre sonreía solo para complacer a su padre y que no supiera que le estaban haciendo daño.

"El día menos pensado..."—pensó David resoplando.

—No le hagas mucho caso a mi hijo, está estresado—le disculpó Robert—Ven, dejemos a Bill para mañana. Puedes empezar con Georg.

Tom asintió y le siguió hasta una zona acortinada que hacía las veces de probador. Allí encontró a un chico de cabellos largos y castaños que se pasaba la plancha por los mismos para alisarlos. No iba maquillado, o al menos no tanto como Bill. Pero eso no le restaba belleza.

—Georg, te presento al nuevo fotógrafo—dijo Robert llamando la atención del modelo.

Tom vio como le miraba a través del espejo y tras un buen repaso de arriba abajo le sonrió ampliamente mientras seguía pasándose la plancha.

—Sobre esa mesa encontrarás todo lo necesario para trabajar—explicó Robert señalándosela—Desde cámaras de fotos a un ordenador para tu uso personal. Coge lo que quieras, puedes llevártelo a casa y trabajar allí con más comodidad tras haber hecho las fotos.

Tom asintió y se despidió del señor Miller, que tras consultar su agenda le explicó que tenía una cita importante que no podía anular. Le vio recorrer el mismo camino que habían seguido, observando también como Bill pedía unos minutos y corría hacia él.

Todos seguían con su trabajo como si nada estuviera pasando, pero él sin embargo tenía los ojos fijos en la pareja, que tras hablar unos minutos en voz baja se despedía con beso en los labios.

No pudo evitar sentirse... ¿celoso? No lo entendía, acababa de conocer a Bill y ya había algo en él que le llamaba mucho la atención. Y no le gustaba que tuviera novio, que fuera mucho mayor que él y encima su jefe.

—¿Has terminado ya de babear?—preguntó Georg entre risas.

Se volvió carraspeando y asintió.

—Tienes buen ojo, pero como acabas de comprobar Bill ya está pillado—comentó Georg suspirando—Que suerte tiene el señor Miller, Bill tiene un polvo que...

Un amor verdaderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora