Capítulo 16

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Antes de dar ese paseo como habían quedado subieron un momento a sus habitaciones, el tiempo justo de ponerse un calzado algo más cómodo, y que Tom aprovechó para coger una ligera cámara de fotos. Se la guardó en el bolsillo interno de la cazadora de piel negra que estrenaba y una vez listo se reunió con Bill.

—¿Quieres que vayamos a ver la Estación Central Ferroviaria, como habíamos quedado?—preguntó Tom tratando de animarle.

—Si no te importa, preferiría dar un paseo más corto—contestó Bill en voz baja.

—Claro, no hay problema—dijo Tom tratando de aparentar normalidad.

Saltaba a la vista que Bill no estaba pasando por un buen momento, había tratado de disimularlo en el desayuno pero para él era como un libro abierto. Estaba preocupado por Robert, no sabía que pintaba allí mientras que él estaba enfermo. ¿Por qué ese empeño en alejarle?

Entraron en el ascensor y salieron del hotel, encontrándose con Gustav que también salía en esos momentos.

—¿Nos quieres acompañar?—le invitó Tom.

—Gracias, pero no puedo—contestó Gustav suspirando—Robert me encargó que hablara con uno de nuestros proveedores que tiene sus almacenes aquí en Hannover. Están en el otro extremo, espero poder llegar a tiempo a la comida.

—Suerte—le deseó Tom carraspeando.

Gustav les dijo adiós con la mano y entró en el taxi que le estaba esperando mientras que ellos echaron a andar calle abajo.

—He visto que había un parque por aquí cerca—explicó Tom a un silencioso Bill—A estas horas no habrá mucha gente y podremos pasear tranquilamente.

Bill asintió con la cabeza como respuesta, la verdad era que le daba igual donde fuera. Necesitaba tomar un poco de aire fresco y pensar qué decisión tomar. ¿Seguía como modelo, o se retiraba para cuidar de Robert?

El parque mencionado por Tom apareció ante ellos al cabo de 15 minutos. Era bien grande, todo rodeado de árboles y con un pequeño lago en el centro. Hacia el se dirigieron, apoyándose en la barandilla que lo rodeaba para admirar el paisaje. O al menos así lo hizo Bill, Tom enseguida sacó su cámara de fotos y empezó a sacar instantáneas de todo aquello que le rodeaba.

Dando la espalda a Bill se centró en unos niños que jugaban tirando piedras en el agua para que esta se ondulara. Sonrió al escuchar sus carcajadas, eran dos niños que debían ser hermanos por lo mucho que se parecían. Tendrían unos 10 y 7 años, y cerca de ellos había una pareja que debían ser sus padres, atentos a los movimientos de sus hijos mientras paseaban cogidos de la mano.

—¿Te gustan los niños?—preguntó Bill de repente.

Tom se volvió y sonrió antes de contestarle, al ver que no hablaba Bill se había vuelto y al igual que él se quedó mirando a los dos hermanos que seguían tirando piedras a ver quien la lanzaba más lejos.

—¿Alguna vez has pensado en tener tus propios hijos?—siguió preguntando Bill.

—No—contestó Tom con sinceridad—O al menos, ahora no. Soy muy joven aún y no me veo como padre y mucho menos con mi trabajo.

—¿Qué tiene de malo ser fotógrafo?—inquirió Bill alzando una ceja.

—Fotógrafo de modelos—puntualizó Tom—Ya ves nuestro ritmo de vida, siempre de arriba abajo y por la noche de fiesta. ¿Cuándo sacaría tiempo para formar una familia?

—Si encontraras a la mujer adecuada, lo harías—aseguró Bill apoyándose de nuevo en la barandilla.

—Me gustan los chicos—aclaró Tom, como si no fuera obvio.

Un amor verdaderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora