Disfrutaron de una buena comida, y también de la mutua compañía. Primero despidieron a Valerio, quien les indicó cual era el mejor restaurante e insistió en esperarles, pero Tom se lo quitó enseguida de encima prometiéndole verle luego más tarde.
Una vez a solas se dirigieron al restaurante y pidieron una pizza para comer.
—Hacía tiempo que no probaba una—comentó Bill entre risas.
—¿No?—preguntó Tom extrañado.
—Debo mantener la línea—contestó Bill resoplando—He de privarme de algunos caprichos.
—Pues yo me alimento a base de pizzas y hamburguesas—dijo Tom sonriendo ampliamente.
—¿Y no engordas?—preguntó Bill con curiosidad.
—Hago deporte—explicó Tom—Levanto algunas pesas, salgo a correr cuando tengo tiempo...
—Eso suena muy cansado—rió Bill suspirando.
—Deberías probarlo, cuando quieras quedamos—dijo Tom con firmeza—Cuando regresemos a Alemania, me paso una mañana por tu casa y echamos una carrera.
Bill sonrió al escucharle, parecía un niño pequeño desafiándole. Suspiró y siguió disfrutando de esa pizza que tan rica le estaba sabiendo. Con Robert, ir a un restaurante significaba comer platos caros que la mitad de ellos no le gustaban pero como siempre conocía al gerente de uno u otro restaurante no podía hacerle un feo pidiendo otra comida más sabrosa.
Cuando terminaron de comer y Tom pagó como prometió, salieron a dar un paseo. Pasaron frente un puesto de helados y Bill le invitó esa vez. Era un día caluroso y apetecía, siguieron andado y dieron con un parque. Entraron y buscaron donde sentarse a la sombra.
—Espero no quedarme dormido—murmuró Bill tumbándose en la hierba.
Tom sonrió y le imitó, y acordándose de una pequeña cámara de fotos que se había llevado consigo la sacó y antes de que Bill se diera cuenta ya le había hecho un par de fotos.
—¿Qué haces?—preguntó Bill incorporándose.
—No te muevas y posa—pidió Tom ignorándole.
—Pero...no estoy maquillado y tengo el pelo hecho un desastre—dijo Bill negando con la cabeza.
—Estás muy guapo—murmuró Tom sintiendo la boca seca.
Porque de verdad lo estaba, era la primera vez que le fotografiaba al natural y veía a Bill tal y como era. Sus ojos no brillaban tanto sin esa sombra que les enmarcaba, podía ver en ellos una gran tristeza.
—¿Pasa algo?—preguntó Bill en voz baja.
Sentía fija en él su mirada y le incomodaba, era como si pudiera ver su alma y desnudarla...se movió y cambió de postura, apoyándose en los codos y echando hacia atrás la cabeza, momento que Tom aprovechó para inmortalizar.
—¿No te cansas de hacerme fotos?—preguntó Bill resoplando.
—¿Y tú de posar?—preguntó Tom a su vez alzando una ceja.
Era un desafió y Bill lo captó a la primera, se puso en pie y cogiéndole la cámara le enfocó y disparó.
—Estás muy serio, sonríe un poco—pidió Bill entre risas.
Tom así lo hizo, primero le sacó la lengua y luego esbozó una amplia sonrisa. No paraba de hacer muecas haciendo que Bill se retorciera de la risa, hasta que se puso serio y mirando a la lejanía esperó hasta que Bill le sacó la última foto.
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Un amor verdadero
FanfictionBill: 25 años, lleva desde los 19 con un prestigioso diseñador mucho mayor que él pero al que ama con todo su corazón, más en esos momentos en que está gravemente enfermo. Tom: 25 años también, no sabía en el lío en que se metía cuando vio pasar a B...