Capítulo 34

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Tenía un mal presentimiento. Desde que dejara marchar a Bill la tarde anterior sentía un nudo en el estómago. No le había llamado a la noche pero tampoco podía reprochárselo, si no pudo tendría sus motivos. Una lástima, porque pensaba en hacerle pasar un buen rato a través de una simple llamada...

Y esa mañana nada más levantarse cogió el móvil y marcó un número. Pero nada, nadie le contestaba. Lo estuvo intentando varias veces más hasta que Andreas le informó que si seguía en la cama iban a llegar tarde los dos. Se levantó resoplando y dándose una ducha rápida se vistió.

—¿No desayunas?—preguntó Andreas al verle ya arreglado.

—Ya me tomo un café allí—contestó Tom negando con la cabeza.

Siempre se tomaba un segundo café con Bill, lograban buscarse un rinconcito apartado y allí se comían a besos los pocos minutos que podían estar a solas.

—¿Estás bien? Te veo muy pálido—comentó Andreas.

—No he dormido bien—murmuró Tom.

Andreas asintió y no siguió preguntando. Recogieron sus cazadoras y bajaron a la calle donde el coche de Tom estaba aparcado. Cuando llegaron a la empresa les extrañó ver la cara de la gente, en ellas había una expresión de auténtica tristeza, incluso algunos lloraban sin poder contenerse.

Una de esas personas era Dunja, se limpiaba la cara de lágrimas y Tom fue directamente hacia ella seguido de Andreas.

—¿Qué...?—empezó a preguntar tragando con esfuerzo.

—Al señor Miller le dio un infarto ayer por la tarde—explicó Dunja entre lágrimas—Está en cuidados intensivos, muy grave.

No hizo falta que dijera más, Tom ya se imaginaba entonces porque no le había llamado Bill y donde estaba en esos mismos momentos. Y cómo. Destrozado, llorando sin poder ser consolado.

Quería ir a su lado, pero sabía que no podía. Además, en esos mismos momentos apareció David con semblante muy serio.

—Escuchadme todos por favor—pidió en voz alta—Como ya os habréis enterado mi padre se encuentra ingresado en estado muy grave. Sé que estaréis muy afectados...pero hay una empresa que llevar y debemos hacerlo con toda la normalidad posible. Por favor, regresad a vuestro trabajo.

No hizo falta que lo dijera dos veces, todos en la empresa sabían las órdenes de David debían ser obedecidas de inmediato. Tom y Andreas se dirigieron al sótano junto con los demás modelos, fotógrafos y maquilladoras. Allí gozarían de la libertad necesaria para dar rienda suelta a sus lágrimas y tratar de averiguar algo más.

—Dunja me ha dicho que llamará al hospital a la hora de comer y nos mantendrá informados—explicó Natalie.

Pero Tom no podía esperar tanto tiempo, cogió el móvil y marcó una y otra vez el número de Bill. Cada una de sus llamadas fue cortada, y al cuarto intento se encontró con que el número al que llamaba estaba apagado o fuera de cobertura en esos momentos.

Sentía que molestaba, decidió no insistir y esperar a que Dunja llamase para saber del estado de Robert. Cogió su cámara y trabajó como pudo esa mañana, con los ojos fijos en su silencioso móvil.



Tras pasar la noche en una de las sillas de la sala de espera Bill despertó con la alegre noticia que Robert había salido del estado crítico y esa misma mañana le subirían a planta. Pero su corazón estaba aún muy débil. Al menos ya no estaba intubado y a él le permitieron subir a verle.

Un amor verdaderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora