Capítulo 24

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A la mañana siguiente Bill se despertó temprano. Se dio la vuelta en la cama y por primera vez no buscó refugio en los brazos de Robert, quien dormía profundamente a su lado. En su mente aún permanecía fresco el recuerdo de lo pasado, aún podía sentir en sus labios el sabor de los de Tom y no podía evitar sonreír.

Pero la sonrisa murió en sus labios al escuchar un suspiro a su lado. Robert dormía plácidamente, ajeno a la traición de la noche anterior. ¿Cómo pudo hacerlo? ¿Besarse con Tom, frotarse de esa manera hasta alcanzar un profundo orgasmo?

¿Y cuánto tiempo hacía del último? Llevaba meses preocupado por la salud de Robert, sintiéndose muy solo cada vez que llegaba a casa y le hallaba dormido. Había noches que le tocaba cenar solo, y luego o bien se iba a la cama temprano o se quedaba mirando la televisión un rato mientras pensaba en la gente de su edad, en Tom por ejemplo. Se lo imaginaba saliendo con Andreas a tomar algo para luego regresar al piso que compartían y hacer el amor.

Sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas, no podía evitar sentir envidia y a la vez sentirse la persona más cruel del planeta...

—¿Bill? ¿Estás despierto?

La voz de Robert le sacó de sus pensamientos, pestañeó varias veces para secar esas lágrimas que amenazaban con bajar por sus mejillas y dándose la vuelta en la cama esbozó con esfuerzo una tímida sonrisa.

—¿Qué tal lo pasaste anoche?—preguntó Robert.

—Bien—contestó Bill en voz baja—Regresé temprano.

Robert le miró arrugando la frente. Estiró una mano y cogiendo un mechón de su pelo se lo apartó para verle mejor la cara. Sus ojos brillaban, había una luz en ellos que jamás había visto antes.

Separó los labios dispuesto a decir algo cuando el móvil empezó a sonar sobre su mesilla. Se volvió para cogerlo, arrugando la frente de nuevo al ver quien llamaba.

—Dime—murmuró contestando la llamada—No hay problema, hablaré con Gustav.

Colgó y dejando de nuevo sobre la mesilla el móvil regresó a su postura anterior, sintiendo la mirada de Bill fija en él.

—¿Quién era?—preguntó Bill pensando en lo temprano que era para ser algo relacionado con el trabajo.

—He de llamar a Gustav—dijo Robert eludiendo su pregunta—Y tú deberías empezar a moverte, tienes que desayunar con el representante de la agencia de William Fox. Les gustaría que desfilaras para ellos la próxima semana.

Bill asintió y tras darle un beso en los labios de buenos días se levantó de la cama y fue directo al baño. Se dio una ducha rápida mientras Robert realizaba dicha llamada. Cuando salió del baño Robert ya se había levantado y se encontraba desayunando. Le había preparado una taza de café, y la miró arrugando la frente.

—Desayunaré en una hora—comentó Bill sentándose a su lado.

—No salgas de casa con el estómago vacío—pidió Robert tendiéndole la taza.

Bill asintió sonriendo y se tomó el café escuchando las noticias. Robert había puesto la radio y tras dar el parte meteorológico donde anunciaban que iba a llover, cambió la emisora y puso música clásica.

Bill se terminó el café de un trago y se levantó anudándose mejor el albornoz. Regresó al dormitorio y se vistió tarareando por lo bajo la sonata que Robert escuchaba en la cocina.

—Estás muy guapo.

Se volvió con rapidez asustándose al ver a Robert de pie en la puerta, más al ver la manera en la que le miraba. Con el deseo brillando en sus ojos. Pero...no podían hacer nada, su corazón estaba aún débil y Bill no podía dejar de pensar en lo ocurrido la noche anterior.

Un amor verdaderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora