El viaje hasta Magdeburgo se le hizo muy largo. No podía apartar los ojos de la carretera imaginándose una y otra vez como sería su reencuentro con Bill. ¿Le abriría la puerta? Le dijo que no le quería volver a ver, pero en esos momentos hablaba movido por el dolor de ver que la vida de Robert se iba apagando poco a poco.
Tenía que hablar con él, pero... ¿le contaría la verdad? Aún no lo había pensado, no quería que supiera del trato que hizo con Robert porque a lo mejor se disgustaba y eso era lo último que quería.
Llegó al atardecer, Gustav le había dado la dirección exacta y descubrió que la casa estaba en las afueras, algo apartada pero con toda la intimidad necesaria. Al llegar a ella aparcó el coche en el camino de tierra y se quedó observándola. No estaba mal, constaba de dos plantas y un pequeño jardín bien cuidado.
Se quedó observándolo cuando la puerta se abrió de repente y apareció Bill ante sus ojos. Estaba muy cambiado, le notaba delgado, más gracias a la ropa oscura que llevaba. Era como si estuviera de luto, no iba maquillado y desde donde estaba pudo notarle lo pálido que estaba.
Le vio caminar hasta un rosal blanco que crecía cerca de la valla y como cogiendo unas tijeras cortó una rosa con cuidado. Arrugó la frente al verle llevársela a los labios y besarla suspirando. Entonces Bill alzó la mirada como si hubiera presentido que le observaban y reconoció el coche que estaba aparcado a escasos metros. Sus ojos se abrieron como platos y Tom ya no pudo esconderse más de él. Salió del coche cogiendo la caja que Gustav le diera esa mañana y con ella en las manos se acercó con paso decidido.
—Hola Bill—saludó sin atreverse a abrir la verja que los separaba.
Bill le miró en silencio sin saber que decir, había sido una sorpresa verle allí. ¿Cómo había sabido donde se encontraba? Jamás le habló de donde estaba exactamente la casa, donde se había retirado para tratar de sanar su corazón.
—Gustav me dijo dónde estabas—explicó Tom, como si le hubiera leído el pensamiento—También me dijo que tenía esta caja para ti y como yo estoy libre pues me ofrecí a traértela.
—¿No tenías ninguna sesión de fotos hoy?— preguntó extrañado Bill.
—Ya no estoy en la empresa...no podía estar ahí sin recordarte—contestó Tom con sinceridad—De todos modos, David me iba a despedir.
Bill arrugó la frente al escuchar el nombre de David, recordando la última conversación que tuvo con él el día que se leyó el testamento de Robert. Como le gritó diciendo que no le daría nada, que ser el amante de su padre no le convertía en alguien con derecho a su herencia. Pero el testamento era impugnable y por mucho que David amenazó con llevarle a los tribunales al final tuvo que desistir cuando el abogado de Robert le explicó que perdería ese juicio y tendría que correr con todos los gastos que conllevara.
No le entendía, al fin y al cabo Robert solo le había dejado esa casita donde ahora vivía y las únicas rentas que tenía eran las obtenidas por la venta de sus modelos y algún dinero más que Robert le dejara en forma de acciones. Lo que más rabia le dio a David fue descubrir su talento oculto, como había estado él mismo promocionando unos diseños que no pertenecían a la firma Miller y que eran los que más se estaban vendiendo. Tuvo que ceder esos derechos, Robert lo había dejado todo bien explicado en un documento y si quería seguir vendiéndolos tendría que dar su parte a Bill. Y a David no le daba la gana, renunció a esas ganancias y Bill solo tendría que irse a otra empresa que le recibiría con los brazos abiertos.
De hecho, William Fox le había ofrecido un puesto pero no de modelo sino de diseñador. Pero Bill no la aceptó, no quería saber nada de la moda al menos por un tiempo y se alejó. Aunque las puertas de Modas Fox le esperarían abiertas hasta que se decidiera, ya no solo por su talento sino porque William era uno de los mejores amigos de Robert y le había cogido mucho cariño a Bill, y le había hecho la promesa a su amigo que haría todo lo posible para que nunca le faltase nada.
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Un amor verdadero
FanfictionBill: 25 años, lleva desde los 19 con un prestigioso diseñador mucho mayor que él pero al que ama con todo su corazón, más en esos momentos en que está gravemente enfermo. Tom: 25 años también, no sabía en el lío en que se metía cuando vio pasar a B...