Capítulo 18

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La fiesta transcurrió tal y como Tom lo había planeado, tras poder rescatar a Bill de Gustav quien le había presentado a más de 4 diseñadores que querían que desfilara para él, se lo llevó a un rincón apartado y ofreció un trago de su copa. Bill la aceptó de inmediato, se sentía realmente sediento. No bebía, o no solía beber en las pocas fiestas a las que acudía, pero esa noche lo necesitaba. Gustav no le había dejado meter baza en las conversaciones, era como si le estuviera vendiendo al mejor postor. Por suerte los diseñadores le echaron un vistazo de arriba abajo y asintieron satisfechos con lo que veía.

—¿Quieres bailar?

La pregunta de Tom le hizo atragantarse con la bebida, tosió y alzando una ceja se le quedó mirando.

—La música es muy buena, y he pensado que a lo mejor te gustaría bailar conmigo—explicó Tom recuperando su copa y apurándola de un trago.

—Yo no bailo—explicó Bill a su vez.

—¿No sabes bailar?—preguntó Tom extrañado.

—No, no es eso—murmuró Bill carraspeando—Es solo que no me gusta bailar...que la gente me vea bailar.

—Estamos apartado de los demás y han bajado las luces. Nadie nos verá—aseguró Tom dejando la copa a un lado en el suelo.

No esperó su respuesta, le cogió de la muñeca y tiró de él con suavidad. Retrocedió unos pasos y viendo una columna perfecta se escondió con Bill tras ella. Puso las manos en su cadera y le hizo moverse al compás de la música.

—Tom...que no quiero bailar—protestó Bill tratando de escaparse de su agarre.

Pero Tom le ignoró y siguió bailando sonriendo ampliamente.

—Y además, ya nos deberíamos ir—siguió Bill con sus protestas—Mañana regresamos a casa y el avión sale temprano.

—Bill eres joven aún, ¡disfruta de la noche!—pidió Tom suspirando.

El consejo pilló a Bill por sorpresa, al momento bajó las manos y poniéndolas sobre las de Tom las apartó de su cadera con cierta brusquedad.

—¿Qué pasa?—preguntó Tom sin entender.

—Es tarde—repitió Bill visiblemente enojado—Y tú te has pasado bebiendo.

—¿Qué me he pasado...?—empezó a decir Tom arrugando la frente.

Apenas había tomado 3 copas, y podía aguantar más antes de emborracharse. Pero no se pudo explicar, Bill dio media vuelta y le dejó allí plantado. Entonces supo lo que había pasado, al llamar joven a Bill le había hecho recordar una persona que le doblaba la edad. Maldijo por lo bajo, hubiera sido mejor que se hubiera mordido la lengua antes de hablar.

Fue tras él pero Gustav le cogió del brazo e insistió que se quedase unos minutos para que le presentara a un par de diseñadores interesados en su trabajo. No tuvo más remedio que quedarse y hablar con ellos mientras pensaba en cómo hacer las paces con Bill.



Al final estuvo media hora más en la fiesta, saliendo del local un poco mareado. Se había tomado 2 copas más y necesitaba tomar el aire.

—¿Tú también regresas al hotel?

Se volvió y vio a Georg apoyado contra la pared. Fumaba y tras dar dos últimas caladas tiró su cigarro al suelo y ni se molestó en apagarlo. Caminó hacia él y se le quedó demasiado cerca.

—Bill se fue hace rato—explicó Georg—Es un blando, nunca aguanta hasta tarde. Enseguida se va corriendo a casa, será que el señor Miller se comporta con él como si fuera su padre y le pone hora...aunque no creo que un padre le hiciera esas cosas que Robert Miller le hace.

Un amor verdaderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora