Capítulo 14

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Tal y como habían quedado Bill le pasó a recoger a las 10 en punto y partieron hacia el aeropuerto. Allí se reunieron con Gustav y el resto del equipo que viajarían con ellos junto con los demás modelos, Georg entre ellos. Natalie también les acompañaba, pero en esa ocasión Tom tuvo suerte y Bill se sentó a su lado.

—Espero que no llueva—murmuró Bill una vez despegaron.

Tom asintió y miró por la ventanilla, llevaba nublado todo el día y pocos minutos después comenzó a llover.

—Tranquilo—dijo Tom tratando de mantener la calma.

Pero poco podía hacer cuando por megafonía el piloto les informó que atravesaban una zona de turbulencias y les aconsejó que se abrochasen los cinturones de seguridad.

—Odio volar—se lamentó Bill en voz baja.

Tom le sintió echarse a temblar y sin pensárselo dos veces le cogió una mano y apretó con suavidad.

—Hablemos de lo que sea—dijo sonriendo con esfuerzo.

Bill sonrió y apartando la mirada de la ventanilla se concentró en no pensar en la manera en la que se movía el avión.

—Hasta pasado mañana no regresaremos, ¿quieres que hagamos algo juntos?—preguntó con naturalidad.

—¿Cómo?—gritó Tom sin querer.

—Ya sabes, podíamos dar un paseo como en Nápoles—aclaró Bill—Lo pasé muy bien.

—Claro, seguro que hay algo que ver en Hannover—dijo Tom asintiendo.

Por un momento se le había pasado por su loca imaginación que Bill le estaba proponiendo hacer el amor el tiempo que les quedaba hasta regresar a casa. No, no podía ser tan fácil...

—Me he estado informando—explicó Bill—Podemos ir a la Estación Central Ferroviaria, donde hay restaurantes y tiendas que abren todos los días de la semana. Una gran zona comercial peatonal se prolonga desde la estación de trenes hacia el sur...

—A pocas manzanas se encuentra el casco antiguo de la ciudad, donde podemos ver edificios antiguos como el imponente Antiguo Ayuntamiento construido en el siglo XV y la iglesia del mercado Marktkirche, construida entre 1349 y 1359, en ladrillo y estilo gótico—siguió diciendo Tom sonriendo—Yo también me he informado.

—¿Crees que se podrá entrar a verla?—preguntó Bill—Aunque tal vez prefieras hacer algo menos aburrido.

—¿Aburrido pasear contigo?—murmuró Tom entre risas.

Bill sonrió y cogiendo aire con fuerza lo expulsó en un hondo suspiro. El avión se movía cada vez menos y minutos después una azafata les informaba que acababan de dejar atrás la zona de turbulencia y ya podían desabrocharse los cinturones.

—Tengo la boca seca—murmuró Bill suspirando aliviado.

Llevó una mano al cinturón tratando de desabrocharlo, pero imposible si Tom no le soltaba la otra, cosa que parecía no querer hacer. Alzó la mirada y la clavó en la de Tom, fija en sus ojos. Se sonrojó y se fijó entonces en sus labios, separados, como si le costara respirar.

—¿Me...me sueltas?—preguntó Bill carraspeando.

Tom pestañeó como si saliera de un sueño y desviando la mirada de los castaños ojos de Bill la fijó en sus manos entrelazadas. Asintió él también carraspeando y soltó esa mano que tan suavemente le había estado acariciando.

—Perdona—murmuró Tom sonrojándose—¿Decías algo?

—Que tengo sed—repitió Bill al fin liberándose.

Un amor verdaderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora