Una Loba para el Cachorro

Siete

[Kilian 21 años – Amira 16 años]

Por suerte ya estoy completamente curada, nada me duele, los puntos que tenía en mi cabeza fueron retirados y mis costillas sanaron muy bien. La poción que tía Aila me había dado, aceleró mucho mi curación, lo cual agradecí enormemente, porque iba a terminar matando a alguno de mis hermanos. Poco más de un mes pasó desde el ataque de esos dos vampiros, y quince días desde que retomé mi vida, aunque nada fue normal desde el ataque, todo el mundo me sobreprotege, noto como cada miembro de la manada siempre tiene un ojo en mí. Por supuesto que todo el mundo se enteró de lo que me pasó, y dado a que nadie puede olerme a todos les inquieta que desaparezca de su vista.

-¿Cómo estás hoy? – me pregunta Sophie, mi mejor amiga, yo pongo mis ojos en blanco, como cada vez que me hacen esa pregunta.

-Abrumada por toda esta maldita atención – digo haciendo un gesto con mi mano, viendo como todo el mundo en el colegio me mira – Ya me bastaba con ser la hija del Alfa, pero ahora con esto es tan frustrante.

-Todos queremos protegerte Ami – me dice en tono conciliador.

-Lo sé, pero créeme que no es nada lindo que todo el mundo esté pendiente de ti y que haya perdido toda mi libertad. Solo puedo ir de casa al colegio y del colegio a casa, ni siquiera puedo recorrer la manada – suspiro.

-Lo siento Ami, pero estoy segura que todo se va a solucionar – frota mi brazo intentando reconfortarme y yo asiento con mi cabeza.

-Vamos a clases – le pido, Sophie entrelaza su brazo con el mío y juntas comenzamos a caminar hacia nuestro salón, la mañana de hoy comenzaría con matemáticas y por más que soy muy buena en ellas, las odio.

Cuando llegamos al salón nos encontramos con Jenni, Elijah y Oliver, el resto de nuestro grupito de amigos, después de saludarlos nos sentamos los cinco en el fondo, como siempre, tengo a mi derecha a Sophie y a mi izquierda a Oliver, delante de mí a Jenni.

-¿A cuánto estás de mandar a todo el mundo a la mierda? – me pregunta Oliver divertido, yo le pongo los ojos en blanco y le enseño mi dedo mayor.

-Imbécil – él lanza una fuerte carcajada que se corta cuando ve entrar a la profesora.

La lenta y aburrida clase comienza y todos prestamos atención, aunque nos faltan ganas. Oliver comienza a molestarme, como hace siempre y nos empezamos a pelear en voz baja, cuando estoy a punto de estallar en su contra una ensordecedora alarma comienza a sonar, enseguida todos entran en pánico y mi corazón empieza a latir con fuerza, estoy segura que son vampiros y que vienen a por mí. Lleno mis pulmones de aire y lo largo suavemente, intentando tranquilizarme, tengo que velar por mi manada, por mis compañeros de clase, por lo que tengo que estar tranquila para poder hacer mi tarea.

-¡Silencio todos! – grito con fuerza y el movimiento frenético de los estudiantes frena – Todos sabemos que hacer en este caso, con tranquilidad vamos a ir hasta el gimnasio ¡Síganme!