Treinta y nueve

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[Kilian 21 años – Amira 17 años]

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[Kilian 21 años – Amira 17 años]

Cuando despierto siento todo mi cuerpo dolorido, mis músculos entumecidos, mi cuello palpita de dolor, pero a pesar de eso me siento feliz, una sensación extraña y cálida recorre todo mi cuerpo. Y cuando soy consciente de que una mano recorre mi cabello sonrío pletórica de felicidad, porque reconozco esa mano aún sin abrir los ojos.

-Al fin despiertas cachorrita – me susurra en mi oído, erizándome completamente, abro mis ojos, para encontrarme con su mirada posada en mí, sus ojos cargados de amor me enternecen el corazón.

-Hola – susurro con mi voz más ronca.

-¿Cómo te sientes? – su mano pasa a mi mejilla y deja suaves caricias.

-Feliz – le digo con una sonrisa imborrable en mi cara, eso lo hace sonreír.

-Yo también estoy feliz – deja un corto beso en mis labios y se separa - ¿Te duele algo? – sus ojos se encuentras cargados de preocupación.

-Estoy bien Ki – le miento y él gruñe bajito.

-Estás mintiéndome – yo abro mi boca para refutar, pero siento su preocupación a través del vínculo, así que entiendo cómo sabe que le estoy mintiendo.

-Me duele un poco el cuerpo y el cuello – le confieso, él me mira por unos segundos y se levanta de la cama.

–No te muevas ya vengo – lo tomo de su mano, antes de que se vaya.

-No te vayas – le pido, él suspira y vuelve a acercarse a mí.

-Voy a prepararte un baño y a traerte algo para que desayunes así puedes tomar una de las pociones de tía Aila – me dice con toda la paciencia del mundo mientras me acaricia – enseguida vengo, ¿sí? – asiento con mi cabeza y tras dejarme un beso se va.

Intento incorporarme un poco en la cama, y aprieto los dientes para no soltar ningún quejido y no alertar a Kilian, cuando logro incorporarme recuesto mi espalda en el respaldo de la cama. Llevo mi mano a mi cuello, donde tengo mi marca y muero por verla, pero soy consciente que no voy a poder levantarme sin chillar de dolor, así que me quedo allí sin hacer nada. Miro mi cuerpo, que ya no está más desnudo y sonrío al notar que llevo una camiseta de Kilian, y no dudo en olerla, su olor sin dudas es mi favorito, no veo las horas de cumplir dieciocho años y poder olerlo de verdad.

Sin ganas de quedarme en la cama sin hacer nada, decido probar nuestro vínculo, es la primera vez que voy a poder hablar con alguien a través del link, pues con el resto de las personas aún no puedo por no haberme transformado en loba, pero al haberme marcado Kilian, con él sí puedo hablar.

-Ki – lo llamo a través del link.

-Ami, ¿pasó algo? – noto su voz cargada de preocupación y escucho cómo deja de hacer lo que estaba haciendo, sonrío y me apresuro a contestar antes de que venga hacia aquí.

Una Loba para el CachorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora