Veintiocho

11.6K 900 70
                                    

[Kilian 21 años – Amira 16 años]

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[Kilian 21 años – Amira 16 años]

Papá no espera más que un par de segundos cuando Amira se retira de mi habitación para cerrar la puerta de mi dormitorio y sentarse en el sillón que estaba a lado de mi cama, mientras me regalaba una sonrisa come mierda.

-Entonces... ¿hay algo de lo que quieras hablar Kilian? – Yo pongo mis ojos en blanco - ¿por qué no se lo has dicho? – me pregunta poniéndose serio.

-Papá es una niña de dieciséis años, quiero que viva antes de atarse a alguien – le digo, aunque esa no es la verdadera razón, yo... simplemente no sé qué hacer, me siento desorientado. Papá frunce su ceño sin dejar de verme.

-Hijo ¿de qué estás hablando? ¿Quieres que esté con otros hombres? ¿Tú serías capaz de aguantar eso? Porque yo me muero si tu madre siquiera lo piensa.

-Joder no – gruño – no sé qué hacer papá, se supone que nos odiamos. ¿Cómo llego y de un día para el otro le digo que somos mates?

-Ki, nunca se odiaron el problema es que nunca supieron manejar la atracción que hay entre ustedes. ¿Sabes? Siempre lo sospeché, y tu madre siempre me dijo que estaba equivocado, que Ken sería el mate de Amira – yo gruño ante la idea de ver a la pequeña rubia en brazos de mi hermano – Tienes que decirle Kilian, y no solo por vínculo que hay entre ustedes, no solo porque pueden salir muy lastimados, sino que también porque ella está en peligro y ahora solo tú puedes salvarla – miro durante varios segundos a papá, recordando lo que tía Arinka había dicho, la única forma de salvar a Amira por ahora es marcándola.

-Supongo que sí tengo que hablar con ella. Cuando termine con sus clases lo haré. ¿Tú podrías guardarme el secreto papá?

-Hijo me estás pidiendo que le oculte algo a tu madre, se va a enojar mucho conmigo – se queja y suspira – Bien, pero solo tienes el día de hoy, esta misma noche se lo diré si tu no se lo dices.

-Okey – digo poniendo mis ojos en blanco.

Nuestra charla se ve interrumpida por mamá y tía Aila, que viene con otra de sus horribles pociones, ellas se quedan para asegurarse de que me encuentre bien, mientras papá sale a recorrer la manada, y yo en pocos minutos caigo en los brazos de Morfeo.

Cuando me despierto no sé cuánto dormí, pero estoy seguro de que mucho, no encuentro a nadie en mi habitación y al intentar moverme ya no me duele tanto el cuerpo como antes, por eso me levanto muy lentamente, gruñendo levemente por el dolor y me dirijo al baño. Después de una ducha de agua fría, me siento bastante mejor, por lo que decido vestirme y salir de la habitación, necesito ver a Amira. Aunque no para hablar como le dije a mi padre, tengo que pensar un poco más al respecto, siento miedo por como reaccione la pequeña rubia.

Frunzo el ceño al escuchar varias voces de adolescentes en el living de mi casa, y es hacia allí donde me dirijo, con una mano en mi abdomen bajo lentamente las escaleras, para encontrarme con una imagen que me hizo salir de mis casillas. Ken está sentado en un sillón solo, con expresión de aburrimiento, en el piso está Teo con el celular, en uno de los sillones está Katia con un niñato muy sonriente a su lado, que no para de mirarla y en otro sillón, la frutillita de la torta, Amira con el estúpido niñato con el que la vi besándose. Un fuerte gruñido sale de lo más profundo de mi pecho y veo cómo el niñato que está a lado de mi hermana se levanta rápidamente para alejarse de ella, el otro niñato solo baja la cabeza en señal de respeto.

Una Loba para el CachorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora