Treinta y seis

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[Kilian 21 años – Amira 17 años]

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[Kilian 21 años – Amira 17 años]

Me siento en una nube, Amira me acepta como su mate y yo soy el hombre más feliz de este mundo, doy gracias a la Diosa Luna por la mate que me dio y por qué me aceptó. Me acuesto con una estúpida sonrisa y no demoro mucho en dormirme, lo cierto es que estas últimas noches he descansado realmente poco, por eso, apenas mi cabeza toca mi almohada me duermo.

Comienzo a escuchar mi nombre de una voz tan dulce que solo provoca que quiera seguir en este sueño tan hermoso, de pronto algo sacude mi cuerpo y yo no demoro en despertarme desorientado, pero cuando inspiro y siento el aroma a caramelo y vainilla, me siento y giro mi cabeza hacia dónde proviene ese olor, Ami está sentada en mi cama mirándome expectante. Mi corazón comienza a latir de forma apresurada mientras el miedo me recorre entero, pero el alivio y la felicidad llegan a mí cuando me dice que solamente quiere estar conmigo. Tenerla entre mis brazos, poder tocarla cada vez que quiero, es realmente reconfortante.

-Ki – me dice cuando logramos separar nuestras bocas, yo la miro con atención mientras llevo un mechón de su pelo detrás de su oreja - ¿qué vamos a hacer?

-¿Qué vamos a hacer de qué peque? – ella se muerde el labio inferior con nerviosismo y desvía su mirada, yo no dudo en llevar el dedo índice a su mentón y hacer que vuelva a mirarme.

-Con todo – suspira - ¿nos vamos a quedar acá o vamos a ir a mi manada? ¿qué va a pasar con los vampiros? ¿Qué vamos a hacer si la tía no logra hacerme otra pulsera para que ellos no me huelan? – un gruñido sale de mi pecho al pensar en dejar de olerla.

-No dejaré que vuelvan a ponerte esa maldita pulsera – Tyr toma el control, y por más que lucho con él no me lo devuelve.

-Tyr – la sonrisa en los labios de Ami y sus ojos brillando de felicidad, hacen que deje de pelear por el control de mi cuerpo, ellos dos también merecen pasar tiempo juntos.

         -Mía – gruño llevando mi nariz hacia su cuello y olfateando, ella suelta una pequeña risa y eso solo aumentan mis ganas de marcarla, pero sé que mi estúpido humano no va a dejarme

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-Mía – gruño llevando mi nariz hacia su cuello y olfateando, ella suelta una pequeña risa y eso solo aumentan mis ganas de marcarla, pero sé que mi estúpido humano no va a dejarme.

Una Loba para el CachorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora