Una Loba para el Cachorro

Uno

[Amira 11 años – Kilian 16 años]

Nos encontramos en la manada de tío Einar y tía Aitana, me encanta estar acá, pues hay muchos niños con los que jugar, y sobre todo porque está mi mejor amiga del mundo mundial, Katia. Cuando estoy en mi manada la extraño muchísimo, pero por suerte papi y mami me dejan hacer videollamadas con ella, eso hace que la extrañe un poco menos. A veces también hablo con Kenneth, su hermano mellizo, él también es un muy buen amigo mío, lo quiero muchísimo, pero es un poco serio, y no habla mucho, solo me escucha hablar a mí. También hablo con Keila, ella es un año mayor que nosotros, me encanta charlar con ella, con Kat la vemos como si fuera muchísimo más grande que nosotras. Y también está Kilian, con ese nunca hablo, es detestable, y ahora que ya casi se va a convertir en lobo, está más insoportable, se cree que ya es el Alfa de la manada, pero solo es un cachorro miedoso.

Nos encontramos todos en el living de la casa de mis tíos, Kilian está con cara de enojado, como siempre, parece que es la única cara que tiene. Esta vez está enojado porque sus padres no lo dejaron salir con sus amigos y lo obligaron a pasar tiempo con nosotros, yo tengo una enorme sonrisa en mi cara, me encanta fastidiarlo y ver que otros lo fastidian.

-Mami – la llamo mientras coloreo una princesa - ¿cómo se reconocen los mates?

-Eres aún muy pequeña para saber esas cosas – dice mi padre con el ceño fruncido y yo suspiro, escucho como tía Aitana y mamá ríen suavemente.

-Los mates se reconocen por el olor cariño – me explica mamá, y yo dejo de colorear para mirarla con el ceño fruncido.

-¿Por el olor? – pregunto con mi ceño fruncido.

-Así es pequeña – yo enseguida intento olerme pero me alarmo, abriendo mis ojos grandes.

-Mami yo no huelo a nada – digo alarmada, y Kilian lanza una fuerte carcajada.

-Eso quiere decir que nunca vas a encontrar a tu mate – me dice y mis ojos se llenan de lágrimas, pero no quiero llorar frente a ese imbécil.

-¡Kilian! – Lo regaña tía Aitana mientras viene rápidamente hacia mí y me abraza – Tienes olor sí cariño, todos olemos a dos cosas diferentes, por ejemplo, yo huelo a jazmín y menta, pero ese olor solo lo puede sentir Einar, que es mi mate. El resto de las personas solo perciben mi olor a jazmín. Las únicas personas que sienten tus dos aromas son tu mate y tus padres – me explica con paciencia y mis ojos se iluminan.

-¿A qué huelo papi? – le pregunto emocionada mientras corro a sus piernas, él me recibe con una enorme sonrisa y un beso en mi frente, para después olfatear mi cuello, haciéndome reír.

-Hueles a Caramelo y Vainilla, delicioso – me dice y yo río.

-¡Me gusta papi! – Digo feliz y él besa mi nariz - ¿Todos mis hermanos olemos igual?

-No cariño, cada uno tiene su olor particular, si no ¿cómo sabría tu mate identificarlos? – yo pienso por unos momentos y después asiento, dándole la razón a mi padre.

-¿Mami a que huele? – pregunto emocionada.

-A chocolate y frutillas.

-¡Que rico! – Digo feliz - ¿y tú papi?

-¿Vas a preguntar a que huele cada uno? – pregunta fastidiado Kilian.

-No, el tuyo no voy a preguntar, lo huelo desde acá, hueles a caca con basura – digo sacándole la lengua, noto como él se pone colorado del enojo y yo sonrío con suficiencia.

-Cariño – me regaña suavemente papá, y yo le regalo mi mejor sonrisa de niña buena, esa que siempre funciona con él.

-¿Y cuándo voy a poder oler a mi mate o cuándo podrá él olerme? – Pregunto emocionada, siempre me fascinaron las historias de los mates, me encanta el amor y quiero tener mi propio mate.

-Dentro de muchos años – responden tío Einar y papá a la vez, yo solo frunzo mi ceño disconforme con esa respuesta.

-¿Cuántos años?

-Eso no se sabe cariño – me explica mamá – los lobos pueden detectar a su mate cuando se transforman en lobos, pero pueden pasar muchos años antes de que lo encuentres.

-¿Entonces dentro de poco Kilian puede encontrar a su mate?

-Exacto pequeña – asiente mamá sonriéndome.

-Pues ojalá nunca la encuentres – le digo con toda la maldad posible.

-Ojalá que no sea una niñata como tú – como odio cada vez que me llama niñata, mi cerebro es mucho más desarrollado que el de él.

-Pues tienes razón, ojalá que no sea como yo, porque si no te va a dejar como un tonto, lo digo porque tengo un coeficiente intelectual mucho mayor al tuyo – digo bajando de las piernas de mi padre para ir hacia mi libro de colorear, justo alado de Kat.

-Pfff ¿en serio crees que tienes gran coeficiente intelectual?

-Kilian – lo regaña tío Einar – ¿no te parece que estás demasiado grande para pelearte con Ami? – yo miro a mi tío con cara de niña buena y un puchero dibujado en mi boca.

-¡Ella siempre está buscándome! – se queja Kilian.

-Tienes cinco años más que ella, imagino que sabrás no caer en provocaciones de una niña de once años – mmm no tío, claramente no sabe. Kilian solo bufa y no dice nada más, siento su mirada y lo miro de reojo, me dedica su mejor mirada de odio, esa que parece solo tener para mí.

-Demonio – noto que me dice pero solo moviendo sus labios, yo le regalo mi mejor sonrisa de demonio.

No sé por qué me divierte tanto pelear a Kilian, pero él siempre cae en mis provocaciones, lo que lo hace realmente divertido. Hubo un tiempo en el que intenté llevarme bien con él, pero no sé por qué siempre buscaba pelearme, eso siempre me hizo sentir mal, pero no iba a dejar que ese cachorro tonto me entristezca, por eso ahora lo fastidio todo el tiempo, él solito se lo buscó.

Ya queda poco para que se convierta en lobo, es el primero de los primos en convertirse, muero por ver su lobo, aunque no sé si alguna vez me lo va a mostrar, espero que su lobo no sea tan fastidioso como él. También espero que nunca encuentre a su mate, no quiero verlo con ella, nunca.

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¡¡Sorpresa!!

Acá vengo antes de tiempo a dejarles el primer capítulo de esta historia, es que no me aguantaba por empezarla. De todas formas el martes voy a estar volviendo con el segundo.

Nos leemos en un par de días.

¡Gracias infinitas por leer, darle a la estrellita y comentar!