Veintiséis

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[Kilian 21 años – Amira 16 años]

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[Kilian 21 años – Amira 16 años]

KILIAN

Caramelo y vainilla, es lo único que puedo sentir, no siento ni un solo ruido, no siento si algo o alguien me está tocando, no siento dolor, no siento nada, solamente el olor a caramelo y vainilla y sé que ese delicioso aroma solo puede venir de una persona, de mi mate.

Enseguida los recuerdos comienzan a llegar a mi mente, Amira besándose con el cachorro imbécil, yo llevándola en mi espalda hacia la mansión, el vampiro que nos interceptó, luego la vampiresa que maté, el delicioso olor a caramelo y vainilla que sentí cuando el vampiro le rompió la pulsera, el miedo que sentí al ver cómo el vampiro iba a atacarla, yo saltando sobre él, y luego nada.

Recuerdo, antes de perder el conocimiento, de mirar a Amira, recuerdo verla con sangre y enseguida la desesperación comienza a correr por mi cuerpo. Siento los latidos de mi corazón latir con rapidez, intento abrir mis ojos pero no puedo, me muevo y suelto un quejido porque todo mi cuerpo duele.

-Kilian, tranquilo, no te muevas – la dulce voz de Amira hace que me quede quieto, enseguida siento su tibio tacto en mi mano y todo mi cuerpo se relaja, ella está bien, pero necesito verla.

-Ki, amor, ¿puedes abrir tus ojos? – escucho la voz de mamá, e intento una vez más abrirlos. Siento que lo logro, pero enseguida la luz me enceguece, por lo que parpadeo varias veces para poder adaptarme a la luz. Cuando giro a mi derecha, donde la pequeña mano de Amira toma la mía con firmeza, me pregunto si realmente estoy vivo o estoy en el jodido cielo, todo el aire se escapa de mis pulmones al ver a Amira sentada a mi lado, lleva puesta una de mis camisetas, su pelo rubio cae a sus lados con perfectas ondas, y yo tengo que realmente controlarme para no saltar arriba de ella y marcarla como mía. Es mía, mí mate, es realmente hermosa, sus ojos verdes me miran cargados de preocupación, lo que hace que mi corazón se acelere aún más, llenándose de calidez.

-Mía, Mía – Tyr lucha fuertemente por tomar el control – Déjame marcarla, es mía.

-Es nuestra – le corrijo yo. Lo que iba a decirle a mi lobo queda suspendido en el aire cuando su mano deja de tocar la mía, enseguida siento un vacío enorme, Tyr llorisquea dentro de mí, quiero decirle que no me suelte, pero su mano viaja a mi mejilla y la acaricia con delicadeza, haciéndome cerrar mis ojos para disfrutarla.

-Kilian, ¿estás bien? ¿Te duele algo? – su voz está cargada de preocupación, lo que me hace abrir mis ojos para mirarla, su olor está volviéndome loco, y tengo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no tirarme sobre ella, agradezco que me duela incluso respirar, eso me ayuda a no saltarle arriba.

-Marquémosla, es mía, solo mía – me dice Tyr, vuelve a pedirme Tyr.

-Es nuestra – le aclaro nuevamente – y es muy pequeña, no podemos marcarla – cuando le digo eso a Tyr caigo en la realidad, ella no sabe que somos mates, aún es muy pequeña y comienzo a desesperarme, ¿qué es lo que tengo que hacer ahora?

Una Loba para el CachorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora