Veinte

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[Kilian 21 años – Amira 16 años]

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[Kilian 21 años – Amira 16 años]

Maldita sean esos labios rojos, no he podido dejar de pensar en ellos desde el momento en que tuve la fantástica idea de estrellar mi boca contra la suya. ¿En qué carajos estaba pensando? No podía dejar de pensar en Amira, en sus labios, en su lengua, en sus manos tirando de mi pelo, y de nuevo en sus labios hinchados cuando nos separamos.

Tampoco podía dejar de pensar en lo cretino que había sido, sé que estuve mal, y he pensado tantas veces en pedirle perdón, pero... ¿qué sentido tendría? No podemos volver a besarnos, no puede haber nada entre nosotros, ambos encontraremos a nuestros mates tarde o temprano, seguir besándonos solo nos llevaría a tarde o temprano sufrir y a complicar la relación entre nuestras familias, no podía hacerle eso a nuestras familias.

Cada vez tomo más guardias e intento trabajar más, estar lo menos posible en casa, pues cada vez que me cruzo a Amira siento la imperiosa necesidad de acorralarla contra la pared más cercana y besarla, por supuesto que también pienso en hacerle otras cosas y eso me enferma, tiene dieciséis putos años, es una niña. Todos estos pensamientos tan caóticos me llevan a una única conclusión, tengo que seguir encargándome de los negocios de la manada fuera de ella y también tengo que encontrar a mi mate, lo más rápido posible.

-Adelante – me dice papá una vez que toco la puerta de su despacho, hoy decidí llegar temprano a casa para poder hablar con él, y eso es lo que estoy a punto de hacer.

-Papá – lo saludo cuando entro y él me sonríe, me acerco a él para dejarle un beso en su mejilla y después me siento en las sillas que se encuentran del otro lado de su escritorio.

-Hoy llegaste temprano, últimamente pasas más allá afuera que por aquí, tu madre está a punto de mandarme a dormir en el sillón pensando que soy yo el que te sobre carga de actividades – me dice y yo suelto una carcajada, porque sé perfectamente que mamá sería capaz de eso.

-Hablaré con ella para que sepa que es mí decisión y no tuya – le digo guiñándole un ojo.

-Te lo agradezco hijo – me dice papá suspirando de alivio, lo que hace que yo vuelva a reír – Entonces... imagino que no viniste hasta acá solamente para saludarme – lo miro durante unos segundo y niego con mi cabeza, mi padre me conoce demasiado.

-Quiero seguir tratando los negocios fuera de la manada y buscando a mi mate – le digo y él frunce su ceño, me mira por unos segundos sin decir nada, estudiándome con su mirada, lo que hace que me incomode y me remueva en mi asiento.

-¿Por qué quieres irte?

-Quiero encontrar a mi mate papá.

-No – dice con rotundidad – Puede que tú segunda intención sea esa, pero no es la verdadera. Algo te pasa, el que estés todo el día ahí afuera y cargándote de trabajo no es solamente porque quieres el bien de la manada, es porque algo te está sucediendo e intentas escapar concentrando tu cabeza en otras cosas. Hijo sabes que puede hablar conmigo de lo que sea, ¿qué es lo que te sucede? – yo lo miro por unos segundos, debatiéndome qué decirle, sé que si le digo que no quiero hablar al respecto él va a respetarme, pero... creo que hablar con mi padre me haría bien, al menos puedo contarle una verdad a medias.

Una Loba para el CachorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora