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Los ojos del joven se abrieron lentamente, mientras el brillante sol acariciaba sus párpados, generando una sensación inquietante y extraña que se apoderó de él. Sus pensamientos comenzaron a girar mientras miraba al sol brillar en el cielo.

"¿Por qué el sol se siente tan cálido? Siempre quema", reflexionó el joven, sorprendido por la sensación inusual que recorría su piel. El sol, en lugar de ser abrasador, irradiaba un cálido resplandor, como los suaves rayos de un sol invernal en un amanecer nublado. La naturaleza que lo rodeaba, con altos árboles y una exuberante hierba bajo sus pies, lo llenó de asombro y deleite.

Un sentimiento de total comodidad lo invadió, y una parte de él deseó quedarse en ese lugar durante mucho más tiempo. Cerró los ojos y, mientras disfrutaba de la dulce calidez, su mente comenzó a rememorar la escena que había vivido momentos antes. Con precaución, se sentó en la hierba, reviviendo el temor que lo embargó al recordar que lo último que hizo fue abrir un frasco de pastillas. Además, las circunstancias que lo llevaron a tomar esa decisión revivieron en su mente.

"Me alegra no haberlo hecho", pensó aliviado. "De lo contrario, estaría ahora muerto a causa de un simple ataque de ansiedad, como dice Chems."

A pesar de la tranquilidad que lo embargaba, la pregunta de "¿Qué estoy haciendo aquí?" seguía resonando en su mente, sin darle tregua. Volvió a sentarse en la hierba, mirando a su alrededor con temor, sin entender lo que estaba ocurriendo.

Con cautela, se puso de pie, y en ese momento se dio cuenta de que frente a él había un joven que era una réplica exacta de Lan WangJi, aunque vestía de manera peculiar, como si estuviera listo para un festival de Año Nuevo o alguna festividad similar.

—Lan Zhan.

—Wei Ying —expresó el joven—. ¿Realmente eres tú?

—Lan Zhan, por supuesto que soy yo —respondió, mirándolo con intensidad—. ¿No me parezco? ¿Acaso las pastillas me han deformado?

—¿Pastillas?.

—Sí, pastillas. Supongo que no las tomé.

—¿No tomaste nada? ¿Sientes sed?

—Estás siendo muy amable; empiezas a asustarme —comentó Wei Wuxian, sacudiendo su ropa.

—Te conseguiré ropa.

—No es necesario. Tengo un montón en mi casa; la meteré en la lavadora cuando llegue. Solo está un poco sucia.

—¿Lavadora?

—Lan Zhan, estás empezando a asustarme —dijo con una sonrisa—. Me da la impresión de que has perdido la memoria o algo por el estilo. ¿Sabes cómo volver a mi casa?

El joven se acomodó y comenzó a caminar.

—Bueno, vamos. Si no sabes cómo volver, tendremos que pedir indicaciones.

Lan WangJi recogió su espada y las cosas que había usado en su ritual, pero al darse cuenta de que Wei Wuxian se alejaba, lo siguió, dejando la mayoría de sus pertenencias atrás. El Wei caminaba hacia la salida del bosque en busca de la carretera más cercana, pero cuanto más avanzaba, más desorientado se sentía. Se rascó la nuca, tratando de encontrar el camino correcto, antes de que Lan WangJi lo tomara del brazo.

—Wei Ying —pronunció el Lan—, no puedes caminar así.

—¿Entonces cómo? ¿A gatas? Lan Zhan, no mames; todos caminan así.

El joven Lan parecía impotente, pero Wei Wuxian no le prestó mucha atención y, al mirar a su alrededor, se dio cuenta de que había algo más allá del bosque.

—Lan Zhan, mira. Quizás sea la salida.

Sin pensarlo dos veces, salió corriendo hacia allí, y al acercarse, vio que efectivamente era una salida del bosque. Sin embargo, en lugar de una carretera, había un camino de tierra.

—Es suficiente para mí —expresó. —¡Vamos! —dijo entusiasmado—. Hay que descubrir si este camino nos lleva a una carretera.

—Este camino lleva a la ciudad de HanJi —le informó el joven Lan.

—Perfecto —manifestó Wei Wuxian, sonriente—. Oye, entonces no estabas perdido, ¿es esta otra de tus pruebas para poner a prueba mi inteligencia?

El joven Lan lo miró con una expresión ligeramente triste, pero Wei Wuxian continuó observando su rostro serio.

—Entonces, ¿sabes cómo llegar a mi casa?

El joven Lan asintió.

—Pero —comentó—, me gustaría llevarte a Gusu conmigo.

—Está bien —dijo Wei Wuxian—, podría aprovechar para sacar algunos libros de la biblioteca. Déjame verificar si traje mi credencial.

Mientras comenzaban a caminar, Wei Wuxian revisó sus bolsillos. Su celular estaba descargado, y su cartera estaba en su lugar. Revisó su contenido y sonrió mientras seguía caminando detrás del joven Lan. Llegaron a la ciudad de HanJi, pero Wei Wuxian notó que algo no estaba como solía ser. Observó a las personas vestidas de manera similar a Lan WangJi y notó que no había edificios en absoluto. Parecía como si estuvieran en una especie de pueblo o provincia donde la tecnología todavía no había llegado.

—Lan Zhan, necesitamos encontrar una tienda o un mercado pequeño. No traje el cargador y mi celular está muerto.

El joven Lan lo miró con asombro.

—Lamento esta perdida. ¿Qué le pasó a tu celular?

Wei Wuxian soltó una pequeña risa.

—Lan Zhan, esto es serio —le mostró el celular—. Mira, ya no enciende.

El joven Lan lo miró, y Wei Wuxian notó que parecía considerarlo un poco loco por la forma en que lo observaba. Guardó su celular nuevamente y suspiró.

—¿Por qué me trajiste a una convención de monjes? —preguntó—. Deberías habérmelo dicho al menos, para que no fuera el único vestido de manera normal, y quizás hubiera comprado una peluca.

El joven Lan parecía intrigado.

—Wei Ying, ¿realmente eres tú?

—Ya te dije que sí —respondió Wei Wuxian, elevando la voz—. Lo sé, te sorprendió cuando te dije que me gustas. Pero, ¿podemos fingir que eso no sucedió? Ahora solo quiero ir a casa y dormir. ¿Me llevas de regreso a casa ahora? Ya no quiero estar en esta extraña convención de monjes.

Las personas los miraron de manera extraña, y Wei Wuxian se dio cuenta de ello mientras los observaba con curiosidad.

—¿Qué pasa? ¿Nunca han escuchado a alguien gritar?

Lan WangJi comenzo a tirar de él.

—¡Auch! ¡Llamen a la policía! ¡Esto es un secuestro! ¡Lan Zhan, déjame ir!

El joven Lan lo llevó a una posada. Al entrar, Wei Wuxian comenzó a buscar un teléfono fijo, un cargador o incluso una lámpara, pero no encontró nada. Comenzó a sospechar que quizás no se trataba de una convención de monjes.

"¿Será posible que esto no sea lo que creo?", se preguntó Wei Wuxian, con dudas.

—Wei Ying —dijo Lan WangJi—, ¿te sientes mejor?

—Estaba buscando dónde cargar mi celular —comentó—. ¿Me prestas el tuyo? Quiero llamar al Tío FengMian.

El joven Lan pareció sorprendido.

—Wei Ying, el líder Jiang tiene más de 12 años muerto

Wei Wuxian sintió temor.

—Y yo no sé qué es un celular —declaró el joven Lan—. Es la primera vez que veo algo así.

Wei Wuxian se sentó, comenzando a sentirse mareado por tanta información.

—Lan Zhan, ¿realmente eres el Lan Zhan que conozco? Estás más callado de lo usual, no sabes qué es un celular, y ni siquiera hay electricidad —expresó, entre nervios—. ¿Es este el 2023?

El joven Lan suspiró antes de negar con la cabeza, y Wei Wuxian sintió que se desmayaría.

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