OJALÁ EL ABISMO SE LLEVE TU APELLIDO

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Te conocí de la manera menos convencional u ordinaria del mundo, un chico sin nombre, un patético usuario en la pantalla, solo un pixel más en alguna parte de la red.

Mensaje tras mensaje, de alguna forma te fuiste ganando mi confianza, mensaje a mensaje lograbas que me ruborizará, y entonces me detuve en seco porque no quería que eso pasará, pero la estupidez de la juventud no me permitió analizarlo por mucho. Porque me enseñaste que eras real, y de pronto ya tenías rostro y nombre, e inclusive hasta nuestros apellidos rimaban.

Eran finales de marzo cuando nos conocimos, porque esta maldición de pandemia ya nos había alcanzado, y fue a principios de junio cuando me tuve que despedir por primera vez, ojalá hubiera sido la última.

Un chico con un pasado trágico y gustos muy afines a los míos, guapo, carismático y que alegaba que me quería, que me necesitaba. ¿En serio me necesitabas? ¿o acaso también le decías eso a tu novia?

Deportista, simpático, y siendo un intento mediocre de poeta, pues no sabías ni usar bien el teclado. ¿En serio pensaste que me iba a tragar por siempre la basura que tirabas y despilfarrabas con faltas ortográficas? Bah, y es que lo más ridículo de todo es que pensabas que le iba a hacer plagueo a los hagia que me dedicaste, y los t kiero mcho que cáncer visual me generaban.

Uno o casi dos años más grande que yo. Mi madre siempre me dijo que eras basura. Un mes o dos, el que tardaste en engatusarme con tu maldita labia de niño desesperado. Ojalá solo te hubiera ignorado. Una o dos ocasiones que me amenazaste a la luz del día. Mis amigas no te querían, y yo ya dudaba si lo hacía. Una, dos, tres veces que dije adiós, la primera porque diciendo que me amabas prometiste esperarme hasta que las cosas se solucionaran en casa, la segunda porque habías cambiado cuando volví, la final, cuando me enteré que desde el primer momento tu ya tenías novia.

Es que en serio, ¿qué paso por esa pequeña mente tuya?, rogándome a mi para que fuera tu novia, y la que tenías seguro pensando porque ya no respondías como antes y compartías foto de perfil con otra persona. Siempre me pregunté que mentira le habías contado a ella, o si habías tenido el cinismo de decirle la verdad y a que a ella no le hubiese importado mucho, porque la otra era yo, y ella era la que todos conocían en tu ciudad; finalmente si te creía ser capaz de ser tan cruel y desquiciado, bueno, ya estaba el antecedente de que el nombre te lo habías cambiado a uno parecido al mío, solo porque te había gustado.

Te maldije con rencor la última vez que me despedí, aunque me faltaron aclarar muchas cosas, también estoy segura de que nunca termine, porque aún ahora, me gustaría gritarte, no porque no te haya superado, sino porque es lo que te mereces, escoria asquerosa.

-L

Baladas melancólicas, de todo lo que nunca fueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora