La brisa siempre inundaba mis fosas nasales de un aroma que no identificada, era dulce, familiar, aunque no sabía exactamente de dónde podría provenir, aún menos cuando estaba caminando en medio de la nada. No venía del bosque, aunque era una lástima, había creído que quizá había encontrado algo que crecía ahí, y que era aún mejor que la lavanda.
Me esmeré buscando entre rosas, flores, arboles y fragancias, pero ninguna olía como la que de la nada me abordaba, enviciándome, drogándome y haciéndome suplicar siempre por más . No fue hasta que estuve entre tus brazos que entendí que era una combinación extraña entre nuestros perfumes, el aroma a nosotros era el que me enviciaba, y por eso no existía en ninguna otra parte, excepto cuando estábamos en el mismo lugar, uno al lado del otro.
Dulce, aunque no intenso, refrescante, pero sin recordarme a la nieve que nunca ha caído en mi casa, era simplemente el aroma a nosotros, al cariño que nos envolvía, la mezcla de nuestras almas. Mi corazón galopaba con fuerza, después de saber porque siempre rogaba por más, aunque comenzó a preocuparme porque tú y yo solo somos amigos, y ese perfume, a amistad no me sonaba de nada.
Quizá... NO.
Aunque... TAMPOCO.
Y si... YA TE DIJE QUE NO.
Pero, si a caso... ME REHUSO.
Y pesé a todo, creo que he de reconocer pronto, si es que mi orgullo me permite admitirlo, que quizá sea precisamente esa la razón del porque amaba cuando la brisa me golpeaba con dulzura en la cara. Porque me gustaba la combinación de tu y yo, y no, no forma de amistad, hermandad o lo que sea que me gustaría que lo causará. Porque quizá eso era la prueba de lo mucho, que me gustabas, y de como mi mente de la amistad ya se olvidaba.
-L
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Baladas melancólicas, de todo lo que nunca fue
PoesieEn un mar de emociones, a veces solo existen letras para explicarlo, quizá de forma ambigua, pero funcional. Los poemas, las cartas, o notas escritas de madrugada, simbolizan todo lo que pudo y no fue, todo lo que pensé y no pude decir. Para quien...
