Los Pevensie y la joven Kirke se encontraban en una de las salas de estar de la gran casa, después de haber cenado. Susan y Peter estaban empeñados en estudiar, mientras que los pequeños les miraban con fastidio y algo de aburrimiento.
- Siempre estáis igual. ¿Por qué tenéis que estudiar ahora? - Preguntó Lucy, enfurruñada.
- Tenemos que seguir con los estudios aunque no vayamos a clase, Lu. Es bueno para el cerebro.
- Pfff. - Suspiró Edmund.
- ¿Queréis jugar al escondite? - Preguntó Adela. - Si tenemos cuidado de no romper nada, podemos hacerlo.
- ¡Sí, por favor! - Respondió Lucy.
- No estaría nada mal. - Dijo Edmund, con una leve sonrisa.
- Bueno, vale. Si es lo que queréis... Pero luego estudiamos. - Accedió Susan.
- Yo cuento. - Se ofreció Peter, cerrando los ojos. - Uno, dos, tres...
Edmund, Lucy, Susan y Adela echaron a correr por el pasillo. Susan se escondió en uno de los grandes baños de la casa, detrás de la puerta de madera de roble y Adela y Edmund se pusieron en un gran ventanal, que tenía una inmensa cortina que los tapaba perfectamente. Lucy, en cambio, se metió en una habitación con un gran armario de madera que le llamó la atención.
- ¿Crees que nos pillará? - Preguntó Adela.
- ¿A ti y a mí? - Respondió Edmund, con otra pregunta. - Qué va.
Adela se rio suavemente, enseñando sus dientes y con sus mejillas algo encendidas. Miró a Edmund a los ojos mientras él le sonreía, sintiéndose un poco nerviosa de repente.
- Adela... - Empezó a decir el pelinegro, pero fue interrumpido.
- ¡He vuelto, chicos! ¡Ya estoy aquí, no os preocupéis! - Gritó Lucy mientras corría hacia donde estaban Edmund y Adela, destapándoles la cortina. - ¡Estoy bien, no me ha ocurrido nada grave!
- ¡Os he pillado! - Exclamó Peter, que llegó a ellos por la voz de la menor de los Pevensie.
- ¡Lucy, el objetivo del escondite es que no te encuentren! ¿Por qué has chillado? - Preguntó Edmund.
- Pero, ¿no estabais preocupados? Si he estado mucho tiempo fuera... - Respondió su hermana, con una clara confusión.
- Lucy, si llevamos más o menos cinco minutos escondidos. - Añadió Adela. - ¿Dónde has estado?
A continuación apareció Susan y se quedó igual de extrañada que los demás al escuchar lo que decía su hermana menor.
- Hay un mundo en el armario, chicos. Estaba lleno de nieve y hacía mucho frío allí. ¡Si he conocido a un fauno, al señor Tumnus, y he cenado en su casa! ¡Me dormí en un sillón un buen rato! ¿Cómo es que no os habéis enterado de que no estaba?
Los cinco chicos estaban incrédulos. ¿Tendría fiebre Lucy?
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El legado de los Kirke - Edmund Pevensie
FanfictionAdela esperaba inquietamente la llegada de esos cuatro hermanos, que venían para refugiarse de los bombardeos en Londres. Nunca hubiese esperado todo lo que supondría conocerlos. Empieza a leer para descubrir las aventuras de los hermanos Pevensie y...