Capítulo 11

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Una vez llegaron a la cueva del señor Tumnus, Lucy empezó a explicarle a Adela todo lo relacionado con Narnia que ella sabía y el señor Tumnus iba complementando cierta información. A fin de cuentas, él sabía más que Lucy acerca de Narnia. Siempre había vivido ahí.

- Lo que ocurre es eso. Esa bruja se autoproclama la reina de Narnia, aunque no lo es. Tienes que tener muchísimo cuidado, Adela. - Dijo el señor Tumnus, con una película de sudor en la frente. - La profecía complica mucho las cosas... - Susurró, cabizbajo. 

- ¿Qué profecía? - Preguntó la castaña, dejando el té que le habían preparado en una mesita de madera. 

- La leyenda dice que dos hijos de Adán y tres hijas de Eva tomarán fuerzas contra la Bruja Blanca, derrotarán su falso reinado y harán que Narnia vuelva a su verdadero estado, pasando ellos a ser reyes. - Explicó el sátiro. - Vosotras sois las únicas humanas que han llegado a Narnia desde hace siglos y Lucy me ha contado que tiene una hermana y otros dos hermanos. Vosotros sois los futuros reyes de Narnia. - Concluyó él, dejando a Adela muy confundida y a Lucy algo nerviosa.

- Señor Tumnus, no quiero parecer maleducada, pero me extrañaría mucho que nosotros seamos los futuros reyes y reinas de Narnia. ¡Somos niños! 

- Adela, en realidad, tiene sentido. - Insistió Lucy. - Debemos derrotar a la Bruja Blanca y ayudar a los narnianos. Nos necesitan. Seamos los humanos de la profecía, o no. - Dijo Lucy, haciendo que Adela viese lo valiente que era la pequeña Pevensie.

- Tienes razón, Lu. Tenemos que ayudarles, no podemos dejar que continúen de esta manera. Tenemos que trazar un plan. - Aceptó la castaña, dejando que su cerebro empezase a funcionar.

Tenía una gran capacidad para resolver problemas y quería exprimirla al máximo. Ahí es cuando se dio cuenta de que no mencionó una cosa muy importante.

- ¡Edmund! ¡Se me había olvidado! - Chilló Adela, muy alterada. 

- ¿Qué pasa con Edmund? - Preguntó la pequeña Lucy, preocupada por la cara que Adela estaba poniendo y el tono que había usado.

- ¡Llegó conmigo, Lucy! Salimos juntos del armario, me puse a explorar esta misma cueva y, cuando salí, él ya no estaba... Os encontré justo después. ¡Cómo se me puede haber olvidado! Puede que ahora esté en manos de la Bruja Blanca o aún peor... - Se culpó la joven Kirke, con lágrimas en los ojos, angustiada. - Voy a salir a buscarlo. Es culpa mía. 

Dicho esto, volvió a ponerse su abrigo y salió disparada de la cueva, con Lucy y el señor Tumnus justo detrás. Por suerte, no hizo falta buscar mucho, Edmund estaba solo a unos veinte metros de distancia, caminando hacia la cueva, buscando con la mirada a Lucy y a Adela. Nada más verlo, Adela corrió hacia él, al igual que hizo Edmund.

Se fundieron en un cálido abrazo, que relajó mucho a la castaña y alegró al pelinegro. 

- Dios mío, Edmund. Pensaba que estabas muerto... - Dijo Adela, apretándolo con fuerza.

- Estoy bien, Adela. Me preocupabas tú. - Respondió él, con una sonrisa en la cara, sin soltarla durante unos cuantos segundos.

Se separaron y Lucy lo vio, muerta de alegría y le dio otro gran abrazo. También se había preocupado mucho por su hermano.

- Menos mal que estás bien, Edmund. Casi me da algo.

El legado de los Kirke - Edmund PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora