Capítulo 8

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- ¿Edmund? 

- Emmm, ¿sí? - Preguntó susurrando el azabache, con algo de nerviosismo.

- ¿Me estás siguiendo? - Cuestionó Adela, incrédula.

- Escuché pasos y no podía dormir, así que... no sé. Me dio curiosidad y decidí salir y ver qué estaba sucediendo. 

Lucy, que estaba unos cuantos pasos por delante de ellos, se giró al escuchar algo.

- ¿Estás enfad... 

- ¡Sh! - Cortó ella, pegando a Edmund contra la pared y tapándole la boca con su mano para que Lucy no los notase. Ambos corazones se alteraron y empezaron a latir más rápido. - Em, perdón. - Añadió, una vez Lucy volvió a caminar.

- No pasa nada. - Respondió Edmund con una sonrisa pícara mientras Adela bajaba su brazo. - Bonito pijama, por cierto. - Añadió, provocando que las mejillas de Adela se encendieran. 

Adela había escuchado como alguien se levantaba de la cama y empezaba a caminar por el pasillo. Además, la luz de una vela se coló entre la puerta entornada y la pared de su cuarto y le causó mucha curiosidad, así que se levantó y decidió ver de quién se trataba. Cuando descubrió que era Lucy, pensó que era mejor seguirla para ver a dónde iba sin hacer ruido, pero se encontró a Edmund haciendo lo mismo que ella.

Los dos empezaron a caminar tras la tenue luz de la vela una vez estuvieron seguros de que no les habían visto. 

- ¡Edmund! Se ha metido en la habitación del armario de mi madre. 

- No puedo entender por qué sigue con esto. ¿Sabrá que estamos siguiéndola?

- Me sorprendería mucho, la verdad. Venga, vamos a entrar y así hablaremos con ella. - Zanjó Adela, cogiendo la mano de su amigo y tirando de él hacia la habitación.

Adela y Edmund palidecieron.

- No está... ¿Por qué no está, Edmund? - Preguntó Adela, muy asustada.

- No puede ser. Esto ya no tiene gracia. - Añadió Edmund, súper confundido. - La puerta del armario está abierta.

Se miraron el uno al otro y, sin decir ni una sola palabra, se volvieron a coger de la mano y avanzaron con el pulso a mil hacia el armario.

- Voy a entrar yo. No sé qué es lo que me pasará, pero ni tus padres, ni Susan ni Peter pueden permitirse perder a otro familiar. Sería demasiado para ellos.

- Adela, no entrarás sola y no me vas a convencer de lo contrario. Lo haré yo.

- ¿Y si vamos juntos? - Preguntó ella. - Contigo no me da tanto miedo. - Edmund lo pensó unos segundos y al final aceptó. Haría lo que fuese por su hermana y ella.

Así que, sin permitirse pensarlo más, se metieron en el armario.



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¡Hola una vez más!

¿Qué pensáis de este capítulo? ¿Han hecho bien Edmund y Adela en entrar los dos en el armario o creéis que se han precipitado al irse sin dejar ni una nota a los demás? 

Este capítulo me encanta, porque indica que la magia de esta historia empezará enseguida. Muchísimas gracias a las personitas que la estáis leyendo, porque me animáis cada día a seguir escribiendo. 

Espero que os haya gustado mucho, ¡no olvidéis de votar el capítulo y de comentar si ha sido así!




El legado de los Kirke - Edmund PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora