Es un sueño extraño, uno donde se encuentra en medio del bosque, la neblina arropando le suelo y solo escuchando el ruido de las ojas.
Entre los árboles puede sentir una mirada oculta, observando desde lejos, sus pies querían moverse y correr de ahí, Hyunjin siente que se ahoga en la desesperación por no poder moverse de ahí.
Baja la mirada y se percata que está amarrado en una silla, sus pies sucios y descalzos están atados a cadenas, además, un trapo está amarrado en su boca, impidiendo que suelte cualquier palabra que no sean gritos o quejidos.
Unas manos trazaron su cuerpo, recorriendo desde las clavículas, bajando por su abdomen donde dejó pequeños círculos con sus dedos, seremovióincómodo en su lugar tratando de evitar que esas manos sigan tocándolo, obviamente fué inútil.
Sus lágrimas empezaron a adueñarse de sus ojos por la desesperación, observó hacia enfrente, ahí estaba alguien parado, viendo todo perfectamente sin hacer nada, Hyunjin trató de llamarlo para que lo ayude, con una mirada suplicante.
Pero simplemente se quedó ahí, observando mientras las manos sin parar recorren cada centímetro a su paso, acariciando sin pudor su piel, provocando asco a Hyunjin.
De pronto las manos fueron a su cuello, obligando a que mirará hacia arriba, ahí unos ojos penetrantes que conoce perfectamente lo miraban tan de cerca que la respiración se volvió errática.
Todo el bosque se tornó de un color rojizo, sobre todo la luna que estaba atrás de esa persona, dando un contraste oscuro a la silueta.
Sus labios se acercaron y lo besó, aún sin apartar las manos de su cuello, Hyunjin sentía aún más ganas de llorar.
Cuando finalmente despertó.
Con lágrimas en los ojos se levantó rápidamente de la cama, sentándose sobre ella. Miró a su alrededor, apenas salía el sol por la ventana a un lado de su cama, miró a su alrededor y Felix dormía tranquilamente a su lado, dándole la espalda.
Talló su mano sobre su rostro con frustración, ¿A que se debía ese sueño tan extraño? Su corazón todavía late con fuerza, las manos sobre su cuerpo se sentía tan reales que aún puede sentir los rastros de ellas.
Un mal presentimiento se apoderó de su pecho al ver a su alrededor, sobre todo al mirar a su amigo a un lado, no sabe explicar el que, pero todo últimamente ha estado muy tranquilo, no ha recibido mensajes extraños, mucho menos alguna señal de su acosador.
La calma que siente ahora mismo le está desesperando, por que sabe que esto no terminará tan fácil con solo cambiar la cerradura de su puerta.
Después de todo antes de una tormenta siempre hay calma.
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