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Canción del Capítulo: Family line - Conan Gray

"PESADILLAS DE LA INFANCIA"

NARRADOR

El señor Kim era un imbécil. Un hombre violento y ambicioso.

Los recuerdos de la pequeña Jiwoon junto a su padre estaban invadidos de tristeza, llanto, maltrato físico y emocional, el señor Kim era una plaga que debía exterminarse de raíz, antes de que ocasionara una catástrofe.

Pero una noche de invierno, esa calamidad inevitable llego al departamento de la familia Kim. Como era costumbre, el señor Kim llego pasado de copas a su casa.

La señora Kim, en busca de proteger su posesión más preciada, se escondía en la habitación de la pequeña Jiwoon dentro de un viejo y horripilante armario.

—Solo es una mala noche —la señora Kim le susurraba a su pequeña hija intentando calmar su miedo.

Jiwoon, siendo apenas una niña no comprendía muy bien la situación, solo una cosa tenía clara, cuando la noche llega y debes esconderte en el armario papá se ha convertido en un monstruo.

A pesar del miedo y ansiedad que estas noches le ocasionaban, la pequeña Jiwoon siempre le sonreía a su madre, eso era lo único que podía hacer ante una situación como esa, solo sonreír.

Las quemaduras en su cuerpo todavía dolían, pero no se quejaba, no quería darle otra preocupación a su madre, así que cada que su madre se distraía ella aprovechaba para despegar la tela que le picaba en las heridas.

Si se llenan de sangre, mamá se va a preocupar...

Cuando los gritos y las amenazas del señor Kim dejaron de resonar en sus oídos, ambas creían que la tormenta había pasado, quedándose dormidas, totalmente confiadas, sin imaginar lo equivocadas que estaban.

Pronto, la alarma de incendios comenzó sonar en todo el edificio, rápidamente los gritos alarmados de los vecinos las despertaron.

Al salir del armario la señora Kim corrió hasta la puerta, pero estaba cerrada con llave, el señor Kim la había cerrado desde afuera.

Rápidamente, la habitación comenzó a llenarse de humo que les calaba en la garganta y no las dejaba respirar, a través de la holgura se asomaba esa luz tan característica que solo el fuego es capaz de crear, el origen del incendio era ahí.

Desesperada por salvar la vida de su pequeña, la señora Kim envolvió su codo con una manta para romper el cristal de la ventana que estaba sellada para que Jiwoon no la pudiera abrir y caer. A pesar de protegerse algunos vidrios le cortaron la piel.

Al ver la sangre de su madre, Jiwoon reacciono.

—Mami, tu brazo —Jiwoon asustado tomo la manguita de su suéter para limpiar la herida.

—Jiwoon escúchame —la señora Kim comenzó a arropar a Jiwoon con las cobijas de la cama para intentar amortiguar la caída —Necesito que te abraces fuerte a mí, ¿Sí?

Tomando a su pequeña en brazos, la señora Kim se sentó sobre el borde de la ventana, de espaldas a la ciudad, usaría su cuerpo para proteger a Jiwoon del golpe al caer.

—No tengas miedo Jiwoon, abrásate a mami —con las lágrimas desbordando de sus ojos, la señora Kim le dio un beso de despedida a su pequeña antes de tirarse por la ventana.

Cuando la policía y los bomberos, por fin, llegaron, encontraron el cuerpo sin vida de la señora Kim, todavía se aferraba a su pequeña Jiwoon para protegerla.

Los gritos desesperados de la niña fue lo que llamo la atención de todos los presentes que la veían con lástima, las llamas del fuego todavía aniquilaban, lo que un día fue el intento de un hogar fallido que termino desmoronándose.

En contra de su voluntad, Jiwoon fue separada del cuerpo sin vida de su madre, ambas fueron transportadas al mismo hospital, con un propósito totalmente diferente.

Jiwoon en una ambulancia directo a la sala de urgencias, mientras que una trabajadora social se encargaba de buscar al contacto de emergencias de la difunta, para que se ocupara de reconocer el cuerpo y organizar el funeral.

La señora Kim fue enviada directamente a la morgue del hospital.

Cuando el señor Choi llego al hospital totalmente horrorizado, su prioridad fue clara cuidar a la pequeña Jiwoon, la hija de su amada.

La policía no tardó en encontrar al señor Kim, para el juez no hubo justificación suficiente para sus actos, las pruebas eran claras, el edificio en llama, los golpes y quemaduras en el cuerpo de la infante además de un basto historial de deudas en casa de apuestas.

Era obvio el propósito del señor Kim al ocasionar ese incendio, pensó que si su esposa e hija moria él podría quedarse con todo el dinero del seguro de vida de ambas.

Por el delito de homicidio intencional a Kim Hyejin e intento de homicidio a Kim Jiwoon, fue sentenciado a noventa y cinco años de prisión.

La vida suele ser difícil, algunas veces más injusta que la anterior, aun así, todo tiene un propósito y una razón de ser. Por muy cruel o maravillosa que sea, así es el destino y así será por el resto de la eternidad.

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