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TW: Mención de violación
Gerard sonrió al espejo con sus ojos iluminados con la luz cálida de los candelabros ubicados a cada lado del deteriorado tocador de su su pieza de alquiler. Su mirada recorrió cada rincón de su rostro, el suave melocotón que teñía sus mejillas, sus labios delgados de un rosa intenso y la sombra que sus pestañas espesas que se proyectaban sobre sus mejillas.
Un rostro que había visto cada día desde hace veintiséis años, pero que finalmente el reflejo del deteriorado espejo le mostraba lo que siempre quiso ver.
—¿Estás listo Gee? —preguntó Lindsay desde su espalda.
—Si, estoy listo —dijo y le dió una sonrisa vacilante a su mejor amiga que le devuelve el gesto en su reflejo, con la intención de transmitirle tranquilidad.
Respiró profundo mientras sentía como el corset se apretaba suavemente contra su camisón de algodón creando contornos en su cuerpo, una cintura estrecha, caderas acentuadas y la ilusión de pecho pequeño. Al mirar la forma que iba tomando se sintió eufórico y su corazón palpitó con fuerza en su pecho.
Lindsay seguía ajustando los cordones del ajustado corset que se extendía unos centímetros más abajo que su cintura, la pieza de un hermoso color crema adornada con encajes fue confeccionada especialmente para él como un regalo de su gran amiga.
—¿Cómo te sientes Gee? —preguntó la mujer pelinegra apoyando sus manos con suavidad sobre los hombros de Gerard—. ¿Puedes respirar bien?
—Oh, Lindsay, nunca me he sentido mejor —la sonrisa de Gerard iluminó todo su rostro—. Continuemos.
Con cuidado la hermosa mujer de cabello negro tomó de una pequeña caja un corpiño de color crema a juego con el corsé, y enaguas que se ajustaban perfectamente a la pequeña cintura.
La emoción en el pecho de Gerard era enorme. Desde pequeño había deseado con todo su corazón vestir aquellos vestidos llenos de cintas, encajes y volantes, tener una figura estilizada y elegancia al caminar, fue una de sus primeras ilusiones pero sabía que era enfermo. Gran parte de su adolescencia logró silenciar los deseos de su corazón sumergido en clases de equitación y su educación en casa para ser el perfecto primogénito que sus padres deseaban tener.
Sabía que lo que estaba haciendo ahora rompería el corazón de su madre y probablemente su padre lo repudiaría olvidándose de su existencia, pero estaba cansado de ser lo que su familia deseaba. No quería buscar una esposa que fuera una dama notable de la sociedad, no deseaba un matrimonio conveniente que mejorara las finanzas de su familia.
El soñaba ser quien vivía en sus fantasías infantiles y en lo más profundo de su corazón. Desde que era un pequeño tenía la ilusión de que su ropa fuera tan hermosa como la de su mejor amiga Lindsay.
Cuando salió de su mente, algunas de las velas estaban casi consumidas y titilaban tratando de mantenerse encendidas. Con gran destreza su amiga terminaba de ajustar su hermosa ropa interior, nuevamente su mirada se centró en el reflejo del espejo, sus ojos se humedecieron con lágrimas de felicidad y compartieron una sonrisa cómplice.
