26°- Inesperada bendición

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¿Cómo llegué a esto? 

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¿Cómo llegué a esto? 

Nunca, ni en mis sueños más perversos pensé que terminaría en una situación como así. Pero heme aquí, cagado completamente por la jodida cosa que hice. 

¿Qué hice? 

Tirarme a mi jefe y ser parte de un jodido cliché.

Suspiro y miro nuevamente la prueba de embarazo que aún se encuentra en mi temblorosa mano.

¿Cómo se supone que voy a solucionar esto? ¿Qué le diré a mis padres?

¡Mierda, mierda y más mierda!

El toque a la puerta me hace salir del shock en el que me encuentro. Limpio una lágrima que no había notado, rodaba por mi mejilla y lavo mis manos. Tiro la prueba de embarazo a la basura y sin más abro la puerta para encontrarme con mi mejor amiga y compañera de piso, Kristin, ella me mira esperando mi respuesta.

—Positivo, el maldito resultado es ¡POSITIVO! —digo y camino hacia la cama tirándome en ella, mi amiga hace lo mismo—. ¿Qué voy a hacer Kristin?

—No lo sé, cariño, pero lo que decidas siempre estaré para ti. —Ella toma mi mano apretándola y yo me quiebro abrazándola y llorando.

Mi nombre es Gerard Way, soy secretaria en una empresa editorial y estoy en un enorme problema. Estoy embarazado de mi jefe, Frank Iero.

—¿Y cómo le dirás a tu guapísimo jefe, Frank? —pregunta acostada a mi lado después de tranquilizarme—, sé que no han hablado mucho desde lo sucedido.

—No hablamos de nada, y las pocas palabras que cruzamos son referentes al trabajo. —Me pongo de pie—. ¡Maldita borrachera! A buena hora decidí tomar ese día, Kristin me lamento tanto.

—Olvidémonos un momento de todo esto. —Mi amiga se pone de pie y me jala para que la siga—, he traído un rico helado.

—No quiero nada, solo quiero dormir hasta que todo esto termine —lloriqueo.

—Deja de portarte como una niña. —Kristin coloca sus manos en su cadera y levanta una ceja—. Así que mueve el culo, porque yo si quiero helado y si no comes conmigo terminare comiéndolo todo sola.

No me queda mas, termino levantándome resignado a devorar ese helado.

Seis semanas antes

Corro para no llegar tarde. Si el odioso de mi jefe sabe que no he llegado a la hora, es capaz de correrme.

Cuando llego al ascensor trato de relajar mi respiración, reviso mi atuendo. Blusa negra, jeans y unos zapatos de tacón alto. Traigo mi pelo suelto y un maquillaje natural, amo trabajar aquí porque nunca han tenido problemas con mi manera de vestir.

Miro el reloj en mi muñeca, el ascensor ha llegado justo a tiempo, unos minutos antes de las ocho. Tiempo exacto en el que el teléfono, como todas las mañanas, suena con la llamada de mi odioso jefe, corro hasta mi escritorio y cojo el teléfono.

FRERARDTOBER 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora