13°- Teacher's Gee secret admirer

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El profesor Gerard no era el típico maestro de escuela que alguien se pudiera imaginar

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El profesor Gerard no era el típico maestro de escuela que alguien se pudiera imaginar.

Podría ser tachado de histriónico porque era un tipo que le encantaba llamar la atención, pero él prefería llamarse un amante de la moda que no tenía miedo de demostrar sus mejores looks mientras daba clases de geometría.

Las niñas lo amaban y los niños se sentían confundidos al ver la emoción de sus compañeras cuando se emocionaban al verlo asistir con crop top y botas un día de clases. Gerard era genial, la confianza que desprendía a cada paso hacía que viera demasiado increíble y aunque no a muchos le gustaba, él ignoraba las críticas porque era consciente que dar visibilidad a que la ropa no tiene maldito género era de mucha ayuda para alumnos que estuvieran confundidos o preocupados por su identidad.

Además, se sentía fabuloso y lucía demasiado bien como para cortarse y vestirse simplón.

Y así como los alumnos lo adoraban, había ciertos maestros que también se encontraban maravillados con la única presencia de Way… solo que eran los suficientemente cobardes como para enfrentarlo y confesarle que él era su objeto de deseo desmedido.

Todos los días, desde hace un año aproximadamente, Gerard encontraba en su escritorio o en su locker un post-it con una notita, donde su admirador secreto le decía lo bello que se veía ese día y se disculpaba por no poder enfrentarlo y decírselo en persona.

Siempre tuvo sus pequeñas sospechas, pero nunca dio con su admirador y las ganas de conocerlo cada vez se incrementaban más y más. Gerard se sentía más que alabado con tener a un fan tan jodidamente constante que se preocupaba por todos los días tener dos minutos de su tiempo para brindárselos a él.

Por eso estuvo bastante convencido de darle cacería a su admirador. Pasó días más cerca de su escritorio en la sala de profesores, pero este rufián era más hábil y sabía cuando Gerard no estaba para atacar lo que lo ponía de mal humor porque ya no quería jugar, quería saber quién era el tipo que le dedicaba tan bonitas palabras todos los días durante ese tiempo.

Entonces decidió ser más malditamente directo y esa mañana antes que su admirador dejara la nota en su escritorio, tomó un papel y escribió un mensaje para él antes de salir de la sala de profesores.

*****

La sangre del orientador, el Sr. Iero, se congeló cuando vio escrito en grande: “¿QUIÉN DIABLOS ERES? QUIERO CONOCERTE

Gerard se había cansado de los juegos y ahora era en serio, las ganas de saber quien eran agobiantes y el orientador no estaba muy seguro si estaba listo para mostrarse a sí mismo frente a su platónico. Porque desde que vio a Gerard se flechó de inmediato, lo original de su personalidad, lo dedicado y buen maestro que sabía que era, lo creativo y lo artístico que se mostraba, además de lo guapo que le parecía, fueron potenciadores para que se sintiera atraído hacia él.

Pero siempre fue bastante tímido y le daba mucho reparo ser tan imprudente. No quería incomodar a Way de ninguna forma por lo que empezó a escribir pequeñas notas dejándole saber que lo tenía totalmente loco durante todo ese tiempo… ahora se arrepentía bastante porque nunca esperó una respuesta del lado del maestro, por lo que preso de la desesperación, dejó de enviar las notas y empezó a admirar a Gerard desde las sombras…

Lo vio sentado en la sala de profesores una mañana, se miraba triste y melancólico. Nunca cruzó muchas palabras con él porque temía un poco, Gerard le parecía muy imponente y se percibía más pequeño a su lado, por lo que siempre se mantuvo a raya. Se limitaba a desearle los buenos días y ese día no fue diferente. Entró a la sala de maestros a buscar al profesor de literatura y saludó a Way quien le sonrió levemente y contestó. Vio que en su mano tenía un papelito blanco que solo dejó en su escritorio una vez sonó el timbre y él tuvo que correr a su siguiente clase. Curioso, Iero tomó dicho papel y lo leyó.

Hey, sr. Misterioso… dos semanas sin saber de ti. Siento que te extraño

Y su cuerpo tembló cuando leyó esa frase, Gerard estaba extrañando a su mensajero secreto y él por el miedo al rechazo no podía dar la cara.

Guardó el papel en sus bolsillos y salió rápido de la sala percatandose que nadie lo había visto. Esa noche no paró de pensar en ello y a la mañana siguiente, cuando pasó por la oficina de Way y lo vio sentado encima del escritorio con otro papel en sus manos, pero cobardemente corrió a su propia oficina a esconderse. ¿Qué iba a hacer? ¿Debía dar la cara y por fin declararse el admirador secreto del tipo más sexy que vio en la Tierra? Joder, eso era demasiado arriesgado por lo que se lo pensó dos noches más antes de, preso de la ansiedad, fuera a la oficina de Way antes que este llegara y con una ultima nota en su mano, se despedía de ese amor imposible.

Solo que Gerard llegó esa mañana un poco más temprano, vistiendo medias negras, botas, camisa blanca y minifalda azul, cubierto con un hermoso abrigo rojo y lentes adornando su bello rostro, —un maldito sueño hecho realidad— y se encontró con la persona que menos pensó, dejando el papel azul típico de su admirador sobre su escritorio. La cara de sorpresa de ambos fue increíblemente apoteósica. El rubor subió a sus rostros y las piernas del admirador temblaron fuerte, había sido descubierto por su platónico… joder… joder…

—¿Sr. Iero? —se sacó los lentes para mirarlo claramente—. ¿Usted fue siempre…?

—Dios… Y-yo… yo no —el maestro sonrió al verlo tan nervioso, se acercó despacio a él, dejándolo acorralado entre el escritorio y su majestuosidad.

—¿Sr. Iero? No puedo creerlo…

—Sr. Way…

—Me siento tan halagado. ¿Pero por qué desapareció tanto tiempo? ¿Pretendía estar todo el tiempo oculto?

—M-me siento… muy avergonzado.

—¿Por qué?

—Porque… sr. Way… usted es demasiado para un p-pobre d-diablo como yo.

—No diga eso, sr Iero. Ni siquiera me ha dado la oportunidad de presentarme personalmente con usted. Invíteme un café y vuelva a vestir ese cardigan rojo que hace juego con el mio y veremos que pasa. Mientras tanto no piense cosas erróneas, me gustan los tipos seguros de sí mismos y si usted muestra más seguridad, estoy seguro que me tendrá a su disposición, porque es lo suficientemente guapo como para estar a mi lado —colocó un mechón de cabello detrás de la oreja del orientador, mientras este sentía derretirse—. Me alegra haber descubierto que usted era mi admirador —contestó alejándose un poco y buscando en el bolsillo de su abrigo su brillo labial y aplicándoselo, todo ante la mirada embobada de Iero—, pero ahora mismo debo ir a clases, así que hablaremos luego, supongo.

—S-sí… Claro que sí. Le invitaré un café cuando usted quiera y me aseguraré de vestir este mismo cardigan.

—¿Lo promete?

—Por supuesto… —Gerard terminó quitándose el abrigo frente a Frank, y antes de irse, se acercó a él para darle un beso en la mejilla que dejó una leve mancha roja con olor a cerezas inundando sus fosas nasales.

—Espero que así sea entonces.

Y el maestro Gerard salió de la oficina, dándole una vista bastante buena de su trasero mientras meneaba las caderas al caminar, dejando más flechado al pobre hombre que estaba a punto de explotar de la emoción por haber captado la atención del mismo maestro Way.

FRERARDTOBER 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora