14°- Maldiciones y otras formas de conocerte

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Maldecía a los fundadores por permitir que los dormitorios se encontrasen bajo tierra, junto al lago

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Maldecía a los fundadores por permitir que los dormitorios se encontrasen bajo tierra, junto al lago. 

Quería decir, las vistas no eran tan malas, podía ver a los bichos del lago por las ventanas... 

¿Pero el frío? Una chimenea en la sala común no hacía el mínimo efecto en invierno... o bueno, esa era su percepción, los demás parecían estar descansando perfectamente. 

Estás sobrepensando. 

Salió de su cama a buscar más cobijas en su baúl. Fue horrible descubrir que los elfos del castillo las habían tomado para lavarlas. 

Sabía que estaba en contra de las reglas salir por la noche, pero iba a necesitar ir a la enfermería por una poción para dormir o algo así. 

Caminó entre los pasillos del colegio, que era terrorífico de noche. Esos terrores a veces no lo dejaban descansar, no podía entender como es que lo veían todo tan normal. Todo tan... 

Se escondió tras una pared, observó a la distancia otra varita encendida, que se apagó rápidamente y luego escuchó voces. 

Eran Snape y Potter, aunque a Gerard no le importaba escuchar sobre que podría haber en sus bolsillos por lo que siguió su camino. 

Al llegar a la enfermería, no vio a la señora Pomfrey, así que se sentó en una camilla vacía junto a la puerta. 

—La señora Pomfrey no volverá esta noche —escuchó de una voz, que provenía de la única camilla que estaba ocupada esa noche. 

—¿Disculpa? —respondió aturdido el pelinegro. 

—Um si... es cierto, asumí mal que la buscabas, ¿te ocultas de algún maestro? Para que te funcione mejor podrías... 

—No, busco a la enfermera... —respondió acercándose a la camilla; era un chico no muy alto, parecía estar en cuarto año o algo así, nunca lo había visto. 

—Por eso, se llama Pomfrey —dijo sentándose en la camilla, y allí el pelinegro pudo observar su rostro—. Yo de tí, Gerard, recordaría el nombre de la única enfermera del colegio. 

—Um... gracias por la advertencia —respondió algo intimidado por el chico, Gerard realmente no recordaba conocerlo, y ciertamente no era popular en el colegio. 

¿Cómo demonios le conocía? 

—Bueno, ¿entonces a qué vienes? Veo que tienes todos tus dedos y extremidades bien. 

Era una pregunta mordaz, sentía que debía conocer al muchacho pero realmente no lograba ubicar de donde... 

—Disculpa, ¿te conozco? 

Él arqueó la ceja.

—¿No me recuerdas? Soy Frank, vivimos en el mismo vecindario muggle durante nuestra infancia. Luego, te fuiste un año, y me quedé jugando con Mikey... Luego, Mikey también se fue y me quedé solo en el parque con los bullies... hasta que llegó la carta. 

FRERARDTOBER 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora