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Christopher Morgan.

Cora estaba que ya no se podía mantener de pie, yo en cambio no bebí mucho, observé su figura recostada en el sofá, Cora tenía un cuerpo que nunca había visto, su cuerpo siempre había sido curvilíneo y voluptuoso, Cora era la viva imagen de la perfección.

—Sabes qué… —me dijo sentándose en mis piernas— Tú eres muy guapo. —besó mis labios y apreté su cintura— Pero eres un maldito egoísta.

Supe por dónde iba el rumbo de la conversación, acaricié su mentón y ella me miró con esos ojos electrizantes que me mataban.

—Hace cinco años… —sus ojos recorrieron mi cara— Te pedí que no me buscaras más, que me dejaras ir porque tú no me querías dar lo que yo anhelaba.

—Cora- —puso su dedo en mi boca

—Y han sido muchos los años en los que hemos estado en esto, follando cómo amigos. —su risa sin gracia me hizo estremecer— ¿Cuándo voy a dejar de amarte?

—Nunca. —la besé

—No me sueltas pero tampoco me tomas. —me dijo pegando su frente a la mía

—Sabes que siempre será así, Cora. Yo nunca voy a cambiar.

Se puso de pie y tomó su cartera. Salió de la discoteca y me fui tras ella, caminaba tambaleándose y entonces la giré para que me mirara.

—¡No me toques! —se apartó cayendo de culo en la arena

—No empieces con tu show.

—¿Es que no te das cuenta? —se puso de pie como pudo

—¡¿De qué, maldita sea?! —tomé sus brazos acercándola a mi

—Me haces daño y no te importa. —sus ojos iluminaban la oscuridad

—Siempre has sabido que no quiero nada serio contigo. —la aparté

—¡Entonces déjame ir! —me gritó— ¡No me busques más! ¡Déjame superarte! —sus lágrimas negras empezaron a caer

—¡No! ¡No te vas a deshacer de mi! —se acercó a mi y empezó a golpearme el pecho con su cartera

—Si de verdad me quieres un poquito, déjame ir o vuélveme tu mujer. —me dijo mirándome

—…

—¡Escoge! —me empujó furiosa

—Entonces vete. —le dije

Y entonces lo vi, esa misma mirada que me había dado hace tantos años cuando le dije que no quería nada serio con ella, vi su corazón roto pero esta vez era peor, me miraba con desprecio y tristeza.

—Desde hoy te puedes olvidar de mi. —se acercó y cuando pensé que iba a besarme sacó su teléfono de mi bolsillo

—¿Crees que puedas venir por mi? —le dijo a no sé quién— Gracias, te adoro.

Se sentó en el muro y fingió no verme, me acerqué a ella y esta giró su rostro.

—Yo te llevo a casa. —le dije y no me respondió— Vamos.

No se movió, traté de tocarla pero me gané una manotada.

—Mañana se te pasará el berrinche.

—No, ya no. —su mirada me atravesó— Quiero que te vayas, que te largues y me dejes en paz, vete con tus mil mujeres que la mejor se te acaba de ir.

Se puso de pie y trató de subir a un coche pero se lo impedí.

—No te vas a ir así.

—Christopher, déjala en paz. —me dijo Patrick en el asiento de piloto

—No te la vas a llevar.

—¡Que me dejes, joder! —me empujó y se subió al auto, saqué mi arma y lancé tiros al auto pero este no se detuvo

—¡Mierda! —azoté la pistola contra el sueño

𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora