𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨.

34

Terminamos de desayunar, lo despedí en la puerta con un beso y se fue al trabajo.

—Qué escenita de pareja de película acabo de ver. —dijo Gaby llegando

—¿Tan perfectos somos? —me reí

—Tú sí, él… pues no lo sé. —dijo dudando

—¿Cómo has estado?

—Bien. De hecho a ti  te veo mucho mejor. —me codeó con una pequeña sonrisa— Me asusté mucho, Cora.

—Lo lamento, prometo que dejaré de asustarte tanto. —la abracé con fuerza

—Bueno, he planeado una mañana llena de cosas de chicas. —tomó mi mano llevándome al auto

—Ya imagino que me tendrás muy ocupada. —suspiré

—Te tengo una sorpresa. —me sonrió con malicia

—Ay no, esa cara me da miedo. —bromee

—Me mudaré a Estados Unidos.

—¡¿Qué?! ¡Eso es genial! —la abracé con fuerza

—Lo es, lo es, ¿Sabes que es aún más genial? —se apartó

—¿Qué? —le pregunté

—¡Viviré en Nueva York! —gritó e hice lo mismo mientras nos abrazábamos

—¿Cómo lograste trasladarte?

—Frederick me ofreció trabajo en su buffet de abogados y acepté, dijo que es para que no estés tan sola. —me contó— Es un buen hombre.

—Lo es. —sonreí

—Pero no es Christopher. —finalizó

—No, y está bien, no necesito a alguien que solo piense en sí mismo. —dije sin mirarla

—No, no necesitas esa versión de Christopher.

—¿Ahora tiene versiones? —traté de sonar graciosa

—Todos las tenemos, tú quieres la versión de Chris en la que él sé atreva a amarte, pero a él le da miedo esa versión de sí mismo.

—Quizás este tiempo lo ayude a quererme mejor, o quizá siga siendo el mismo cabrón de siempre. —bostecé— Ya no sé ni qué esperar de él, sinceramente.

—Bueno, deja de pensar en él, deberías pasar conmigo hoy todo el día.

—Iré al cine con mi novio. —dije sonriendo con vergüenza

—¿Qué? Dile que irás conmigo, hace muchos no hacemos algo las dos. —me hizo puchero

—Pero-

—¡Por fisss!

—Ok, ok, tú ganas.

Llamé a Frederick y le dije, él dijo que no tenía problema, me despedí con un beso y él hizo lo mismo.

—Qué asco, son tan románticos. —bufó ella

Me reí y ella empezó a conducir hacia el spa.